Opinión

La torre de babel

Marcelo Ebrard

Con un nuevo estilo de movilizaciones en  contra de la violencia, pero con el  mismo pesar y angustia, el país enfila rumbo a procesos electorales que, se quiera o no, estarán marcados por la sangre de los casi 40 mil muertos que ha provocado el “éxito” de la lucha contra la delincuencia organizada. Las protestas ciudadanas, ancladas siempre en la tragedia de una nueva familia, se pierden ante la indiferencia de un gobierno incapaz de explicar, carente de sensibilidad real y atrapada en sus afanes legitimadores. Y el problema se mantiene. ¿Cuántas movilizaciones más antes de que se llegue a un punto en el que la sociedad respalde las acciones del gobierno? ¿Cuántas movilizaciones más, antes de que el gobierno entienda que esta no puede entenderse como “su” lucha, sino que debe ser una acción que responda plenamente a los mandatos de los ciudadanos?

De cualquier manera, hay un nuevo ingrediente en el malestar social. Y como respuesta, lo que se espera es que el gobierno intente convertir esto en un escape político electoral, con efectos mediáticos y con golpes espectaculares que en el fondo lo único que habrán de provocar serán avances políticos, pero no soluciones de fondo. La tragedia de Cuernavaca no es diferente a muchas otras. Es apenas, una más en el territorio nacional. Pero ante la protesta de los ciudadanos y las movilizaciones, lo que se deja ver es, otra vez, la facilidad de las autoridades para evadir la responsabilidad y para buscar culpables en la trinchera del contrario… Pero los problemas del gobierno no paran con una movilización más y con protestas ciudadanas.

En el terreno internacional aparece de pronto, el problema de los migrantes centroamericanos y el negocio y violencia que representa. Ya no es solamente la muerte de casi una centena de personas en Tamaulipas hace algunos meses. El problema se ha convertido en algo muy parecido a un negocio en gran escala en el que la estructura oficial queda en el mejor de los casos, atrapada en la corrupción y la incapacidad. Y señalamientos de la ONU y ciertas ONG’s elevan el conflicto a niveles por demás dañinos para el país. Y lo peor es que los resultados serán según parece, mucho más serios de lo que se quiere reconocer en estos momentos… Y ello sólo como marco para un problema interno que poco a poco habrá de convertirse en una batalla abierta.

El Presidente Felipe Calderón visitó el Estado de México, entidad en la que la sucesión del gobernador se ha convertido en el eje de todas las actividades políticas en el país. En esa visita Enrique Peña Nieto, gobernador saliente, se refirió a la pobreza. Y el presidente le respondió con ironías. Pero el tema no es la pobreza o la ironía, sino el hecho, por demás claro, de que ambos políticos han perdido de vista el hecho de que, lo acepten o no, los dos tienen una responsabilidad con la sociedad no con sus respectivos partidos, Ambos tendrían que ser parte de la mesura y el equilibrio político y no factores del rompimiento y la confrontación.

Pero los dos mandatarios se encuentran más ocupados en atender sus respectivas estrategias políticas electorales y con ello sus planes a futuro, que en responder a las demandas ciudadanas… Mientras tanto, en el Distrito Federal la soberbia de Marcelo Ebrard salió a relucir de nueva cuenta. Y por supuesto, a causa del malestar ciudadano en torno a la famosa supervía. Primero, el hombre que se dice de izquierda y que utiliza los cuerpos de seguridad para reprimir a los ciudadanos molestos por sus obras, dejó ver que su proyecto urbano poco tiene que ver con las necesidades de los capitalinos y sí mucho que responder a la especulación inmobiliaria.

Y después, al momento de recibir de las autoridades federales la orden de suspender la obra para analizar el daño a zonas ecológicas. Para Ebrard todo está decidido. No se detendrá la obra y no habrá modificación alguna, Y si las autoridades federales encuentran problemas, peor para ellas. Y si los ciudadanos no están conformes, que se cambien de zona. El proyecto está decidido y la voluntad de Ebrard está por sobre cualquier cosa. Es la forma en que el gobierno del DF entiende la democracia… Poco a poco, el PAN quiere convertir en tema de discusión política la tan cacareada “segunda vuelta electoral”. Pero no se requiere de un talento especial pata entender que esta no es una propuesta seria para mejorar el sistema político nacional y menos para ser parte de una verdadera reforma política. Lo que está detrás de la propuesta panista no es otra cosa que el alcanzar la constitucionalización de las conocidas alianzas políticas. El PAN no sólo ha perdido el rubor político, sino que supone que los ciudadanos son tan tontos como ellos suponen.

 

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