Opinión

ATISBOS

Destino incierto el de Marcelo

Rafael Cienfuegos Calderón

En el juego de la política partidista siempre hay ganadores y perdedores, y dados cargados a favor de alguien de los que aspiran a un cargo de elección popular sea para la presidencia de la República o para una regiduría.

Ese es el caso de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, a quienes no debió  causar sorpresa alguna la decisión que tomó el jefe del gobierno del cambio y la transformación sobre quién contendería por Morena y aliados para sucederlo en 2024.

Ambos sabían desde que fueron mencionados como corcholatas en junio de 2021 que había preferencia, dados cargados, y a favor de quién.

Empero para Ebrard lo peor no es haber perdido la elección interna de encuestas y consulta que ahora, sin calificarlo como un proceso fraudulento, impugna ante su partido y la autoridad judicial electoral a efecto de que se reponga el proceso cuando Sheinbaum está encarrilada en la precampaña adelantada.

Lo que lo afecta es no poder asimilar que el líder moral y político de Morena, el presidente prodemocracia, prefirió a la exjefa de gobierno de la Ciudad de México -su hechura, su caja de resonancia y su más leal servidora- y no a él, aunque en su momento lo favoreció para que ascendiera en su carrera política.

Los hechos exponen que en el año 2000 se hizo a un lado para darle el paso como candidato a la jefatura del entonces Distrito Federa, que ganó y  luego, tras un proceso de selección interna del PRD para designar candidato a la presidencia de 2012, aceptó sin discutir el cerrado resultado que dio ventaja a quien, sin embargo, perdió ante Peña Nieto.

Ahora, la situación en que se encuentra Marcelo Ebrard es deplorable. Está perdido, embrollado y sin posibilidad de recuperar la presencia política que tenía hace tres meses y que se ganó como secretario de Relaciones Exteriores y aspirante a la presidencia.

Recrimina a Morena haber permitido irregularidades durante el proceso de selección, pero no saldrá del partido, anunció la formación de un grupo político paralelo al interior del mismo y la dirigencia nacional lo rechazó de inmediato, quiere que se desconozca a Sheinbaum como la coordinadora de los comités de defensa de la Cuarta Transformación y virtual candidata, pero no se enfrentará ni afectará políticamente al presidente, pese a que él la impuso por “dedazo”.

Marcelo, el animal político que a lo largo de los años acumuló experiencia en partidos como el Revolucionario Institucional (PRI) de 1977 a 1995, Centro Democrático (PCD), de la Revolución Democrática (PRD), Movimiento Ciudadano (MC) y Morena, como funcionario y luego como jefe del Gobierno de la Ciudad de México, y titular de Relaciones Exteriores en cuatro años del actual gobierno, perdió el rumbo.

Se especula que buscará un acuerdo con MC para que lo acepte como candidato a la presidencia, aunque Samuel García, gobernador de Nuevo León, que es de casa, está apuntado.

Sumarse a la candidatura de Xóchitl Gálvez podría ser opción para que mantenga presencia política, empero tendría que enfrentar el rechazo de panistas y priístas.

Y tiene el recurso de seguir en Morena, disciplinarse y acatar las decisiones cupulares para estar en condiciones de pedir la coordinación legislativa en la Cámara de Senadores que planteó el presidente del cambio para el segundo lugar del proceso de selección interno o hasta un puesto en el próximo gabinete de gobierno.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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