Opinión

ATISBOS

Nada personal, pero habrá venganza

Rafael Cienfuegos Calderón

Metido en la sucesión presidencial como si fuera candidato, el presidente de la República en turno tiene hoy a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en particular, y al Poder Judicial, en general, como tema principal de campaña y aunque sabe que viola la Constitución y la Ley electoral, cosa que no le importa porque es el principal infractor del Estado de Derecho, dijo ayer en la mañanera que los candidatos a diputados de su partido deben comprometerse con los votantes a aprobar una reforma constitucional que posibilite renovar los órganos de impartición de justicia.

“Yo no veo más que una renovación tajante”. Que se lleve a cabo democráticamente. Que sea el pueblo el que resuelva en las urnas la elección de ministros y jueces.

Según él, el disenso que tiene con la ministra presidenta de la Suprema Corte “no es personal, sino de interés público”, pero con la llegada de Norma Piña todo “fue peor”. A cambio de recibir el apoyo de los ministros para llegar a la presidencia, hoy deja hacer a los jueces lo que quieran.

Cuando Arturo Zaldívar estaba al frente del poder judicial se planteó renovar la Corte, combatir la corrupción y el nepotismo, si había un juez acusado de corrupción, era separado del cargo. Pero ahora no es así y no solo se regresó a lo de antes, sino que ahora está peor, precisó.

Al respecto cabe hacer notar que a pesar de la separación de poderes que consagra la Constitución y de que la Suprema Corte es autónoma e independencia, Zaldívar fue sumiso ante el jefe e inventor de la cuarta transformación y como si fuera su empleado se dobló y apoyó sus intereses.

Esa fue la época de mayor desprestigio de la Suprema Corte.

Pero el fondo del encono del presidente en turno con la ministra presidenta Norma Piña, es público y notorio, obedece al desmarque que ella hizo de la Suprema Corte ante el Poder Ejecutivo, a que echó atrás la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), a que invalidó el decreto que clasificó las obras prioritarias como de seguridad nacional, a que rechazó la primera parte del llamado “Plan B” de la reforma electoral, y a que ordenó frenar la distribución de libros de texto gratuitos porque se incumplieron las normas de elaboración.

Es comprensible que el Presidente esté  molesto con Norma Piña, como cabeza del Poder Judicial y con los ministros y jueces que lo integran puesto que al actuar estos con estricto apego a la ley se oponen a las ilegalidades en que ha incurrido como jefe del gobierno del cambio. Lo incomprensible es que quiera que los diputados de su partido reduzcan en 25 mil millones de pesos el presupuesto de la SCJN para 2024 sin considerar que va en detrimento de la impartición de justicia y de la protección de los derechos de todos los mexicanos.

Ese es, en consecuencia, el recurso más inmediato de la venganza del presidente que sistemáticamente viola la Constitución y las leyes, principalmente la electoral, en su desbocado intento por imponer la transformación (que posiblemente solo él entienda de qué se trata) y a quien ha de sucederlo para que haya continuidad.

 

Acerca de Juan Carlos Machorro

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