En Ambiente

Descendimiento

El hermano. Acrílica sobre cartulina. 21.5 x 28 centímetros.

En 1182, en Assisi, población de la Umbria italina, nació Giovanni, hijo de Doña Pica y de Piero Bernadone, rico comerciante en telas.
Brincaremos por sobre el origen de su nominativo en la Historia y su etapa juveníl; evitaremos el momento de la Porciúncula, la situación política, económica y religiosa privativas en la vida de aquel a quien otrogaran la venia para fundar la orden de mendicantes «… que instara al clero a imitar la pobreza de Cristo, así como su costumbre de ir predicando por los caminos…», autorización firmada por el Pontífice Inocencio III el 19 de noviembre de 1209, según asienta Edward Burman, de quien tomamos el párrafo que entrecomillamos, en «Los secretos de la Inquisición» (Editorial Roca, 1988), su amistad con el Papa citado que continuará con el Vicario Gregorio, noveno de ese nombre, quien a dos años de la muerte de Francesco le integrara en el catálogo de los benditos. Apenas detenidos en la cadena histórica con Giotto (1267?-1337), el discípulo de Cimbaue que llegara a Assisi en 1280 para pintar la iconografía básica y cercana en el timpo y el espacio a la vida de «El poverello de Assisi».
Sirva para exaltar al autor del «Canto al hermano sol», al que denominara «hermanitos» a los pájaros en «Fioretti» (Florecillas), al que inclinara al poeta nicaragüense en «Los motivos del lobo», al hombre para quien todo todo en la Naturaleza fueran hermanos y hermanas: la luna, las estrellas, las aguas, todas las bestias de la Creación; al primer estigmatizado y creador de los «belenes» o «nacimientos» poco a poco suplantados por muñones de abetos.
Honra a Giovanni/Francesco sin el adorno de las leyendas piadosas, quien comiera el don del trigo y bebiera de ríos y pozos, que hollara los caminos de la tierra algunas veces con las rústicas sandalias y otras con las plantas de sus pies adoloridas; que mirara a la Creación y el hacer humano con ojos de esperanza, al hombre que hablara con los animales, con la vegetación con su lengua natal, por la finalidad de una vida justa y plena para toda existencia en total manifestación.
En la real diversidad confesional, hablémosle a Francesco, al panteísta sin adjetivos y sin la voluta del suave perfume de los dioses, que al final, quien vive para la vida no los necesita para ser.

lopezwario@hotmail.com

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