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PALACIO DE HIERRO, RIQUEZA IGNORADA
El rescate del edificio de la tienda departamental El Palacio de Hierro-Centro Histórico, que tenía más de 70 años sin ser intervenido, realmente resultó una labor titánica, pues requirió restauración integral de las marquesinas, colocación a mano de más de cinco millones de piezas de mosaico bizantino en sus cúpulas, detalles de hojas de oro, proyecto de iluminación, pintado de fachadas y, sobre todo, el remozamiento de vitrales bajo técnica grisalla, en la que se quema el vidrio hasta que adquiere distintas tonalidades. Esos trabajos duraron 7 meses con la intervención de 150 personas. Recordó que para la restauración del diseño floral de la cúpula hubo de recurrir al registro fotográfico de archivos de los institutos nacionales de Antropología e Historia y de Bellas Artes. Para los mosaicos bizantinos, cada pieza de laja de vidrio se cortó a mano, en medidas aproximadas de un centímetro. Su proyecto tardó tres años para llevarlo a cabo, solo restan 12 mil metros cuadrados por restaurar. Así lo comentó María Bustamante Harfush, quien se hizo cargo de la obra de restauración que realizó con su equipo del Taller de Arquitectura+Urbanismo (TA+U). La conferencia de la profesionista fue organizada por el INBA a través de la Dirección de Arquitectura del INBA en el marco de los festejos por el 80 Aniversario del Palacio de Bellas Artes, giró en torno a la intervención del edificio de El Palacio de Hierro-Centro Histórico y a la importancia de realizar acciones en favor del entorno urbano y la defensa del patrimonio. Recordó que un primer edificio se levantó en 1888 en las calles 20 de noviembre y 5 de febrero, pero poco después lo consumió un incendio. El arquitecto francés Paul Dubois edificó el segundo inmueble en 1921 inspirado en La Samaritana, uno de los almacenes más famosos de Francia. El primer edificio data de 1888 y fue destruido incendio, estaba construido de hierro expuesto en todas las columnas; el segundo se levantó con hierro cubierto de argamasa para protegerlo de siniestros, el vitral fue traído desde Francia en placas de 60×60 centímetros para su colocación en el llamado Palacio de Hierro. Cómo pueden ver, aseguró, se trata de un inmueble histórico, es un recinto icónico de la ciudad de México y no hay otro igual. Explicó que significó volver a la vida un recinto que tiene mucha identidad para nuestro país. Por ejemplo, sus cúpulas son únicas y solo hay una parecida en una pequeña iglesia de La Villa. Comentó que no se difundió este trabajo porque se tenía por contrato no hacerlo durante los primeros dos años, pero ahora lo celebramos porque es algo muy significativo para nuestra ciudad. Consideró que rescatar el patrimonio arquitectónico de la ciudad es importante porque “es nuestra identidad, nuestra historia. Como decía Octavio Paz: ‘es el paso de la historia congelada en el tiempo’. Y es realmente con lo que nos distinguimos, algo que nos da identidad. Tenemos un gran tesoro arquitectónico que no hay en otro país del mundo, pero a veces no terminamos de asimilarlo. Es importante saber que a veces parece que tenemos mucho patrimonio, pero no es así, solo tenemos cerca del uno por ciento del total de edificaciones en la ciudad; entonces, se trata de piezas únicas, y cada vez que se demuele un inmueble catalogado, estamos perdiendo mucho de nuestra historia. Por eso es importante rescatarlo, conservarlo y también difundirlo.

OCTAVIO PAZ, EN LETRAS DE ORO
El pasado 10 de abril, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, se develaron los nombres de Octavio Paz, Efraín Huerta y José Revueltas en letras de oro, en el muro de honor del recinto, durante una sesión solemne a la que asistieron familiares de los homenajeados, miembros de la comunidad cultural de México y funcionarios públicos. En 2014 conmemoramos el centenario de tres grandes escritores: Octavio Paz, Efraín Huerta y José Revueltas, unidos por lazos singulares como el mismo año de nacimiento y el talento para expresar con palabras, sentimientos e ideas propios, y por la intensa manera de vivir esta ciudad que ahora los reconoce, indicó Eduardo Vázquez Martín, secretario de Cultura del Distrito Federal en el acto. Tres rebeldes que apostaron por la palabra para expresar sus ideas; hoy celebramos sus creaciones, su vida y su tiempo. Los tres conocieron, asimilaron, adoptaron y adaptaron los postulados del surrealismo; estuvieron cerca, de distinta manera, con los estudiantes mexicanos en 1968, defendieron posiciones políticas que los llevaron a tomar distancia entre ellos, pero es sabido que su amistad quedó intacta, porque la pluralidad fue para cada uno algo medular en su vida”, dijo el funcionario. Por su parte, Fernando Mercado Guaida, presidente de la Comisión de Cultura de la ALDF, aseveró que se celebra a tres figuras de la historia que por méritos suficientes ingresan en el muro de honor del recinto legislativo, por contribuir de forma decisiva en la definición de la identidad como mexicanos, que dedicaron sus vidas a la producción artística y a la construcción de un México democrático y plural.

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