En Ambiente

Impulsan turismo sostenible en el sureste mexicano

El turismo se ha vuelto una palanca de desarrollo y del empleo en el país, en donde se busca aprovechar la belleza sin igual de un sinfín de destinos en el país, como es el sureste, en donde se tiene presencia de ecosistemas maravillosos como es la selva Lacandona, impregnada del canto de las guacamayas y tucanes, y al hospedarse en sus complejos ecoturísticos es contribuir con la conservación de esas aves, así como de otras especies en peligro de extinción o amenazadas como el jaguar y el mono saraguato.

Ello se da en el proyecto de cabañas de la organización civil Canto de la Selva, que desde 2009 trabaja en el municipio Marqués de Comillas, Chiapas, y junto con pobladores del sitio, que han logrado destinar 1,500 hectáreas de terreno para conservar la selva.

Entrar en contacto con la naturaleza sin destruirla y, por el contrario, contribuir a que un ecosistema se conserve y genere empleos bien remunerados ha sido uno de los logros de dicho proyecto.

Dicha región posee flora y fauna únicas en el mundo, se calcula que concentra hasta el 10% de la biodiversidad mundial, pero al mismo tiempo es una zona donde hay una gran presión por cambiar el tipo del uso de suelo para practicar agricultura, ganadería o urbanizar.

Tomando en cuenta que el 85% del territorio en esa zona es propiedad ejidal y comunitaria y que estas áreas suelen colindar con Áreas Naturales Protegidas y parques bajo algún tipo de protección gubernamental, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), impulsa desde hace 17 años proyectos comunitarios que ocasionen menores impactos negativos al entorno bajo la figura de Corredores Biológicos.

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“En ellos se impulsa como política la gestión territorial sostenible, transectorial y multiactores, centrada en proteger el patrimonio natural y cultural, mejorar la calidad de vida de los habitantes y elevar la capacidad de adaptación ante el cambio climático”, dijo Pedro Álvarez Icaza, coordinador general de Corredores y Recursos Biológicos de Conabio.

En el caso del sureste, el Corredor Biológico Mesoamericano abarca los estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Chiapas, Tabasco y Oaxaca, en cada entidad se trabaja con los habitantes para que sean partícipes de la conservación de la naturaleza y que a su vez se beneficien de la riqueza natural que poseen.

Los proyectos sociales incluyen al ecoturismo, pero también la producción de café orgánico, cacao, miel, chicle, manejo de vida silvestre, entre otros, y han sido apoyados por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente, organización que en 15 años ha destinado 26 millones de dólares, con aportaciones federales, a través de Conabio, y de los mismos productores con el fin de adquirir equipo, capacitación e infraestructura.

Los Corredores Biológicos son territorios conformados por áreas, paisajes y zonas de conectividad, ya sean terrestres, costeras o marinas, con alto valor de provisión de servicios ecosistémicos como la regulación del ciclo hidrológico y la recarga de acuíferos y, con ellos, la disponibilidad de agua; la captura de carbono; el control de la erosión y la conservación de los suelos; la conservación de la diversidad biológica, el acervo de recursos genéticos; la reducción de la vulnerabilidad ante los desastres naturales y la conservación.

En el marco del 2017 Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo y tomando en cuenta su primer objetivo que es promover el crecimiento económico y sostenible, el funcionario de la Conabio comentó que lo más importante es el apoderamiento de las personas, esto significa apoderarse también de los espacios y territorio.

Se estima que el 20% de todos los viajes en el mundo están relacionados con el ecoturismo, dejando derramas de alrededor de 20 mil millones de dólares. En México la actividad ha tenido tasas de crecimiento del 25% anual.

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