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1968, del movimiento estudiantil a la construcción ciudadana

El movimiento estudiantil de 1968 fue uno de los puntos de partida para la fundación de una ciudadanía en México por sus características de juventud, espontaneidad, organización, democracia y por haberse expandido del espacio universitario al territorio nacional, puntualizó hoy el doctor Álvaro Vázquez Mantecón, profesor de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Durante la emisión de un programa especial transmitido por UAM Radio 94.1 FM para conmemorar el 50 aniversario de esos sucesos, el académico indicó que representaron una rebelión en contra del autoritarismo ante la escasez de canales de apertura, diálogo y libertad de expresión, y fueron “el inicio de una serie de reformas en el país, por lo que atañen no sólo a aquel año, sino al resto del siglo XX y lo que llevamos del presente.

“No se trata de pensar aquella generación como de grandes seres humanos mejores que nosotros, ya que la juventud se ha rebelado constantemente a lo largo de la historia y basta revisar las movilizaciones estudiantiles que sucedieron después en 1986, 1999, 2000, hasta llegar al Yo soy 132”, señaló.

La conmemoración del 2 de octubre de 1968 significa la construcción de un principio de diálogo con la sociedad actual, en un proceso de cambio que dio inicio a la expresión de una rebeldía que a finales de 1960 encontró una causa, convirtiendo el movimiento en uno particular y dando paso a la emergencia de una contracultura al clasismo.

En entrevista, el investigador del Departamento de Humanidades dijo que luego de cinco décadas aún no se ha forjado realmente la crónica de 1968 y los esfuerzos se encaminan a un ejercicio de memoria en el que “quizá la diferencia sea que la historia la pensamos en letras mayúsculas de gran peso y la memoria siempre tiene nombre y apellido, al ser asunto de un grupo social o de un sector definido que recuerda algo en un momento determinado”.

La memoria no es algo fijo: está en constante formación y puede estar gestionada ya sea por instituciones o por el Estado, debido a que “no somos la misma sociedad y es interesante observar cómo en cada etapa cuestionamos distintas cosas de ese mismo movimiento, lo cual sólo quiere decir que es una memoria viva y dinámica”.

De 1968 a 1988 se percibió una memoria a contracorriente a causa del control férreo ejercido por el gobierno sobre los medios masivos de comunicación que no podían hacer críticas al presidente o al ejército, así que “todo lo que se publicó en ese periodo fue heroico: el libro La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska; el documental El grito, realizado por estudiantes del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México o las crónicas de Carlos Monsiváis”, sostuvo.

El doctor Vázquez Mantecón opinó que fue hasta 1997 cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió la mayoría en la Cámara de Diputados que se negociaron presupuestos y desde entonces la memoria de esos estudiantes se convirtió poco a poco en historia oficial.

Aparecieron los libros de texto gratuitos con esos relatos, lo cual fue visto como el principio de una larga caminata hacia la democracia. “Aquí es donde debemos preguntarnos si no estamos haciendo una historia muy oficial de ese acontecimiento o si deberíamos empezar a buscar matices para explicarlo, sobre todo para que se convierta en un verdadero diálogo de la sociedad mexicana con su pasado para revelar su presente”, sentenció.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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