Opinión

La campaña

El traje aguarda;
el líder viene

En la percha de la Patria está colgado el traje de líder. Aguarda a la mujer o al hombre con capacidad para vestirlo. Sólo uno, o una, pueden portarlo. Fue confeccionado en el taller donde se hicieron la sotana de Hidalgo, la levita de Juárez, los sombreros de Villa y de Zapata, y de Cárdenas las botas petroleras.

Falta el personaje con la fuerza necesaria para tomar la Ley y con la fuerza de la Ley conducir a los mexicanos al destino merecido. Mucha sangre y trabajo han abonado campos, mares y ríos, las ciudades por donde nuestros pasos andan. ¿Quién nos llevará a lograr los resultados?

Enrique, Josefina, Andrés Manuel, Gabriel, recorren los caminos de México en busca del lugar donde la excalibur está enterrada para mostrar, como Arturo de Camelot, que se es el señalado. Quien posee los valores requeridos para alzarla. En la ruta, una campaña con altos para debatir con los adversarios. Frente a la comunidad nacional, informada o no, se presentan ideas e historia, conocimiento y propuestas, planes y proyectos, metas, objetivos, sueños y esperanzas.

¿Después del primer debate, quién habrá logrado aumentar credibilidad? ¿Alguno habrá salido triunfante?

Un debate no es un concurso de preguntas y respuestas. Las respuestas cuentan, sí, pero no son determinantes. Deben considerarse otros factores: imagen, presencia, voz en fuerza y tono, lenguaje corporal, habilidad en la respuesta, capacidad para enfrentar sorpresas.

Uno llegó al foro investido con la decisión de “no dividir al país”. Consciente de cuánto ha costado la campaña de odio de hace seis años (“AMLO es un peligro para México”): el crecimiento con justicia está lejos de alcanzarse; la corrupción sigue presente; el desempleo no ha sido superado; la pobreza ha aumentado; el prestigio internacional va dando tumbos; el crimen nos avasalla; la confrontación entre poderes y órdenes de gobierno ocurre un día sí y otro también.

Pasado el evento Enrique Peña Nieto inédito, prudente, deja la calificación a la audiencia. No fue el incapaz de debatir que algunos suponían. Superó, con mucho, expectativas.

Josefina, llevada de la mano por los promotores de una patria dividida, unos de origen criollo, alguno venido desde afuera, experto en mugre, se anuncia vencedora. Aunque resultados de encuestas posteriores no lo confirmen.

AMLO, el de ayer que se mantiene ahora, acompañado de seguidores, se planta en la Plaza de la Constitución. Se proclama triunfador. Cuando embargado por la ira alza la mano para decir un no rotundo, lleva al recuerdo de cuando en Tabasco, ante Madrazo, advirtió: “No lo voy a dejar gobernar”. Después emprendería la “marcha por la democracia” al DF, preludio de la posterior toma de Paseo de la Reforma, años después. Hoy ya anticipa su estrategia para después del día 1 de julio. Si bien la diferencia en la cuenta de votos será tan amplia (lo hacen presumir encuestas) que no habrá lugar para el reclamo, inventará cualquier pretexto para recusar el resultado.

¿Gabriel Quadri? Acepta sin reticencias la voz de quienes lo declaran ganador. Ahora se encamina a conseguir los votos necesarios para mantener el registro de Nueva Alianza. Su actuación en el debate lo coloca en el umbral requerido.

¿Ganador? No lo hay en términos absolutos. La mayor parte de los electores ya han decidido por quién votar. En un proceso de percepción selectiva, los seguidores de Enrique vieron ganar a Enrique, los de Josefina la vieron levantarse con el triunfo, los del tabasqueño salieron convencidos de su victoria, Gabriel, no había modo de que mal actuara cuando se vio suelto.

Así las cosas, los números de las preferencias se mantendrán en los promedios de hoy. No habrán de verse cambios radicales. Ante los hechos, cabe esperar una prudencia generosa de los protagonistas en beneficio de la Patria.

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