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De la reforma energética

Debe analizarse, discutirse, en su caso modificarse, votarse, la iniciativa de reforma energética. Por eso en el Senado de la República se abrió un foro en la materia. Expertos y no expertos emiten opiniones en ámbitos académicos, empresariales, políticos. Lo que unos y otros dicen se lleva al conocimiento de la opinión pública a través de los medios, impresos y electrónicos. Las redes sociales difunden información y comentarios. El asunto está a la vista de todos aunque algunos, o muchos, se manifiesten ajenos a lo que suponen es tema de interesados y conocedores. Desde luego, el gobierno debe informar, hasta el exceso, sobre los propósitos, los beneficios. Vamos, tiene que ejercer con oportunidad, una política de comunicación acorde con el tamaño de las propuestas.

Sí. La iniciativa habrá de dictaminarse en comisiones en la Cámara de origen, el Senado, después pasará a la colegisladora, en forma de minuta, la Cámara de Diputados, de donde, si procede, irá a las legislaturas de los estados, en tanto reforma constitucional. Concluirá el proceso en el ejecutivo con su promulgación.

Los legisladores cumplirán cabalmente, con patriotismo, con visión de estado que implica perspectiva de futuro y de nación, con la tarea que les toca. De no hacerlo, como quedó estipulado en su protesta en el momento de asumir el cargo, el México de hoy, el de mañana, el de siempre, habrá de demandárselos. De la misma manera que hoy se reconoce al presidente Lázaro Cárdenas cuanto hizo por los principios y los bienes de la Patria. Por ello la cita que de él se hace en la iniciativa en cuestión es procedente.

Discutir la iniciativa y votarla. Y una vez aprobada, seguramente así será, trabajar con ella para transformar el sector energético y dar a México lo que México necesita para abonar a un crecimiento económico más justo. Que provea de lo necesario para el desarrollo. A fin de cuentas es lo obligado. Suele confundirse crecimiento económico con desarrollo. No son lo mismo.

Discutir la iniciativa y decidir, donde decidir se debe, y no pretender hacer de la acción asunto del ágora. No es el lugar en el cual puedan tomarse las decisiones de Estado. Dije Estado, no de gobierno. El Estado somos todos. El gobierno es la expresión legítima desde el cual se cumplen las tareas públicas. Sus facultades están contenidas en las leyes, a partir de la Constitución, la norma suprema.

Pretender que la conducción de la cosa pública pueda ser asunto de votación a mano alzada es ilusión inalcanzable. Es utopía. Mucho menos puede sugerirse que el resultado de semejante procedimiento debiera ser vinculante, es decir, de sujeción obligada a los órganos de gobierno, bajo pena de sanción.

¿La reforma energética es necesaria? Sí, como las otras ya decididas, la educativa entre ellas, y las que están en proceso, la hacendaria. El país requiere de un marco jurídico que le provea de certezas para mejor andar por los caminos de un mundo cada vez más demandante y competido, y dar a los mexicanos y las mexicanas, de hoy, de mañana, los recursos necesarios para un mayor acercamiento a la felicidad, a los gobiernos corresponde.

Felicidad, dije algún día, es la satisfacción suficiente y oportuna de los requerimientos espirituales y materiales de las personas.

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