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Bienvenida al Tri

Me siento complacido por el afectuoso recibimiento que aficionados hicieron a nuestra selección de futbol que participó en la Copa FIFA Brasil 2014. Merecido, como merecidos son los comentarios elogiosos a nuestros muchachos que mostraron una calidad no exhibida en el pasado.

Estuvimos a 10 minutos de pasar a cuartos. No ocurrió. ¿Qué sucedió? Explicaciones abundan. Algunas de expertos y pretendidos expertos que reclaman decisiones e indecisiones. Que si la baja por acumulación de tarjetas amarillas de José Juan Vázquez fue muy costosa (ni modo, le dicen gallito, digo ni modo porque no soy afecto a los motes). Que si la salida de Giovanni fue inoportuna. Que si ya se había advertido del riesgo de alinear a Rafael Márquez; mmm… olvidan el gol frente a Croacia. Que si Moreno no se hubiera fracturado. Ah, el árbitro. Nos fuimos para atrás. Que no se anotaron más goles. Que la teatralidad de Arjen Robben. Que la fractura de Luis Montes antes de emprender el viaje a Brasil. Que si Miguel Herrera…

Bueno, no es desconocido que el director técnico de nuestro seleccionado no es de mi simpatía. Las causas las he explicado. Pero, sería mezquino en extremo no reconocer que infundió un ánimo ausente en el Tri, no existía antes del pase a Sudamérica, merced al triunfo contra Nueva Zelanda. Ahora, bien hicieron los directivos del futbol mexicano de asegurar su contratación para continuar trabajando con nuestro representativo.

Miguel, tiene nombre, instituyó una forma novedosa de dirigir desde la banda. Por lo menos en México. Entre quienes dirigieron a nuestro equipo en el pasado, reciente, distante o remoto, no encuentro una personalidad semejante. Ya hay quienes le encuentran perfil para conducir los destinos de selecciones nacionales de primer nivel, o de equipos de similar calidad en torneos domésticos y regionales. Sobre todo en países donde lo regional es cotidiano.

En sectores, en instituciones, en empresas, hacen falta líderes que se levanten sobre la pasividad, la adversidad, con capacidad para superar inercias cuyos efectos conducen a comunidades a fracasos reiterados, a pesar de que en ellas se encuentren elementos con capacidad para lograr cambios positivos.

Imaginemos a Miguel Herrera en el Congreso de la Unión, por ejemplo, motivando a los omisos para que cumplan con sus responsabilidades. Ya hemos visto los resultados de encuestas que muestran la valoración que gobernados hacen de diputados y senadores. Y conste, la mayoría de los gobernados desconocen cuanto unos y otros, unas y otras, no hacen, o hacen mal. Pero no sólo en el legislativo hace falta un entusiasmo desbordado de alguien como el director técnico de la Selección Mexicana de Futbol. En los tres poderes, en los tres órdenes de gobierno hace falta quien sacuda las conciencias para echar adelante cuanto deba echarse a fin de conseguir el cambio que México necesita.

En el reconocimiento que el presidente Enrique Peña Nieto ha hecho de los integrantes todos de nuestro seleccionado, está inmerso el método con el cual él mismo se ha comprometido a mover a la nación. Entiéndase, a la nación. No solamente al país.

Acerca de Hector Villar Barranca

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