Sustentabilidad

Pueblos se unen: exigen una América libre de fábricas de cerdos

Comunidades en resistencia, defensoras y defensores de derechos humanos, especialistas en medio ambiente, académicos y académicas presentaron la Declaración de América sin fábricas de cerdos. Recordaron las afectaciones sociales y ambientales que genera esa industria y manifestaron su rechazo hacia la imposición de esos proyectos en sus territorios.

“Este modelo agroindustrial, que se extiende desde Estados Unidos al resto de América, reproduce los patrones de explotación del capitalismo más voraz que afecta y despoja a los territorios indígenas, genera fractura del tejido social y cultural, violentando la vida pacífica de los pueblos, contaminando la naturaleza y potenciando la crueldad y explotación animal”, recalcaron en el documento, elaborado en el marco del primer Foro internacional sobre los impactos sociales y ambientales de las fábricas de cerdos.

Las organizaciones académicas y civiles firmantes reiteraron que las mega fábricas de cerdos amenazan el derecho a la tierra y al territorio de las comunidades indígenas y campesinas, ya que se establecen de forma desproporcionada en pueblos originarios y comunidades afroamericanas, sin su consentimiento libre, previo, informado y culturalmente adecuado, violando así su derecho a la libre determinación.

Además, agregaron, la organización de las fábricas de cerdos es una economía vertical, y también desplaza otras formas de producir alimentos, incluyendo la carne. “El modelo de las mega fábricas de cerdos requiere una gigantesca cantidad de agua potable, soja, maíz y cereales para alimentación animal. Un aspecto alarmante es que el modelo de producción de alimentos cada vez se aleja más de la ganadería y agricultura sostenibles, en los que cada pueblo pueda producir y acceder a alimentos de una manera culturalmente adecuada”.

Ante los graves impactos y las violaciones a los derechos humanos de las personas y la naturaleza, quienes se adhirieron a la Declaración, exigieron a las autoridades correspondientes no otorgar más permisos para ese tipo de industria y el cierre inmediato de las mega fábricas de cerdos que se encuentran operando.

Cabe mencionar que el objetivo del Foro fue tejer alianzas y compartir las experiencias y los impactos en América en contra de las mega fábricas de cerdos. Durante tres días, se compartieron estudios, testimonios y experiencias sobre las operaciones y afectaciones de esas granjas.

En la tercera jornada, se explicó que las fábricas de cerdos son operaciones industriales de producción de carne que confinan a cientos o incluso miles de cerdos en un espacio reducido y, por lo general, cerrado. Estos animales producen una enorme cantidad de orina y heces que contaminan las aguas superficiales y subterráneas, ensucian el aire y propagan peligrosos agentes patógenos generando una situación en donde los derechos de las comunidades y el medio ambiente son vulnerables a los impactos tóxicos.

“Las pruebas de la ciencia medioambiental y de la investigación en salud pública indican claramente que existen impactos ambientales negativos y riesgos críticos para la salud de trabajadoras, trabajadores y de la comunidad. Dadas las prácticas agrícolas actuales, las operaciones animales son las que más contribuyen a los gases de efecto invernadero y al cambio climático. Para cumplir con los objetivos globales del cambio climático, el modelo de producción animal industrial debe transformarse, para lograr un sistema alimentario más sostenible, equitativo y resistente”, explicó D’Ann Williams, experta en salud ambiental de la Universidad John Hopkins.

A pesar de la evidencia científica, “es recurrente la ausencia de información fidedigna y democráticamente distribuida, producida bajo un paradigma científico sin conflictos de intereses y al servicio del campo popular.  Asimismo, ante la previsible ausencia de licencia social, el estado incumple sistemáticamente con el derecho de participación pública en la toma de decisiones. Ello es particularmente preocupante pero también es una forma de invisibilizar las voces y resistencias, que no solo cuestionan estos modelos de mal desarrollo, sino que además pueden introducir y expandir otros saberes y experiencias productivas alternativas más respetuosas y armónicas con los derechos humanos, el ambiente y los derechos de la naturaleza”, explicó Rafael Colombo, de la Asociación Argentina de Abogades Ambientalistas.

A pesar de las violaciones a derechos humanos de las fábricas de carne, este modelo se ha expandido de Estados Unidos hacia América Latina con el apoyo de los gobiernos y, en algunos casos, de los bancos de desarrollo. “En Ecuador la empresa que maneja las granjas de crianza intensiva ha recibido financiamiento constante del Banco Mundial para su expansión. Hasta el año 2022 más de 170 millones de dólares. Apoyando por medio de de estos préstamos la expansión de las mega granjas sobre territorios indígenas, generando graves efectos a la salud y a la naturaleza”, puntualizó Xavier Vega de Acción Ecológica.

Ante este panorama, las comunidades se han organizado para exigir sus derechos y defender el agua y su territorio: “En nuestra comunidad entre morir y emigrar, decidimos luchar. Y no queremos más mega granjas porque son un daño irreparable para la salud humana, el ambiente y para la fauna. Por lo tanto, decidimos tomar en nuestras manos el derecho a defender la vida”, apuntó Andrea Cisneros, del Movimiento Socioambiental Valle del Huasco, Chile.

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