Sustentabilidad

México, implementar acciones para salvaguardar sus bosques

En una reunión de trabajo de la Organización Global de Legisladores por un Medio Ambiente Balanceado (GLOBE por sus siglas en inglés) y el director General de Comisión Nacional Forestal (Conafor), Jorge Rescalase se habló sobre los diversos tópicos que se deben remediar en este rubro en el país.

Cabe mencionar que entre la información proporcionada por GLOBE este tipo de actividades son excelentes para el enfocarse en los avances existentes en materia de ecosistemas forestales así como la Estrategia Nacional REDD+ en México y el mecanismo REDD+; como un instrumento que busca contribuir a la mitigación de gases de efecto invernadero (GEI) y a transitar a una tasa de cero por ciento de pérdida del carbono en los ecosistemas forestales originales (establecido en la Ley General de Cambio Climático), planteando políticas, medidas y acciones que deberán ser incorporadas en instrumentos de planeación para el desarrollo sustentable.

También se aceptó que bosques mexicanos presentan, en diferente grado, dinámicas de deforestación y degradación como consecuencia de la actividad humana, los desastres naturales y los problemas que directa o indirectamente provocan las políticas públicas que inciden en las áreas rurales.

Bajo la definición de bosque que México adopta en los informes ante FAO, las tasas de deforestación han disminuido en la última década a una tasa promedio de 0.24% entre los años 2005 y 2010, que representa una pérdida cercana a 155,000 hectáreas por año. Sin embargo, esta disminución en la tasa no representa adecuadamente la heterogeneidad regional, ya que existen zonas y tipos de vegetación con tasas significativamente más altas o bajas, y cuya dinámica puede cambiar en el tiempo.

A esto se suma que la degradación forestal es un proceso muy significativo y complejo. No existe una evaluación nacional detallada de los diversos procesos de degradación que existen en el país, aunque se estima que involucran superficies mayores que las afectadas por la deforestación, y que podrían ser del orden de 250,000 y 300,000 hectáreas por año entre 2005 y 2010.

Ambos fenómenos tienen como consecuencia costos relevantes por pérdida de oportunidades económicas, de funcionamiento de los ecosistemas, de biodiversidad y de servicios ambientales. Dichos fenómenos también generan importantes emisiones de gases de efecto invernadero. En el período comprendido entre 1990-2006, las emisiones de CO2 generadas por uso de suelo, cambio de uso de suelo y silvicultura (USCUSS), pasaron de 86,188 Gg a 69,674 Gg de CO2 respectivamente. En 2006, las emisiones por USCUSS representaron 9.9% del total de las emisiones de CO2 del país, siendo la tercera fuente de emisiones en importancia.

Puede decirse que hay un cierto acuerdo con respecto a las causas de deterioro de los bosques y se reconoce que están asociadas con problemas estructurales diversos, mismos que varían entre una y otra región del país. Los cambios de uso del suelo forestal han ocurrido en favor de usos agropecuarios, desarrollos turísticos y hacia usos urbanos e industriales con una mayor rentabilidad, favorecidos en muchos casos, por deficiencias en las medidas de control y en la coordinación poco efectiva o ausente entre la legislación y los sectores que inciden en un mismo territorio.

Estos cambios de uso de suelo son propiciados por formas de crecimiento y producción no sustentable, que al no internalizar el valor del capital natural, favorecen formas de producción y consumo proclives a la pérdida de cobertura vegetal. Por un lado, los productos forestales nacionales compiten en desventaja en los mercados, debido en parte a los altos costos de transacción y la baja productividad.

En el caso particular de maderas provenientes de bosques templados, la falta de competitividad se debe fundamentalmente a que las importaciones provienen de plantaciones, no de bosques naturales, como es generalmente el caso en nuestro país. Por otro, una oferta de subsidios gubernamentales para el desarrollo de actividades pecuarias, frutícolas o agro-energéticas, que fomentan el uso no sustentable de los recursos naturales y en muchas ocasiones son más atractivos que la oferta de subsidios forestales que en conjunto favorecen la conversión productiva hacia usos no forestales.

Adicionalmente, las tierras forestales en comunidades de alta marginación y cuya producción es principalmente para el autoconsumo, se convierten en nuevas parcelas para el cultivo ya sea para atender el crecimiento demográfico o para compensar la conversión de agricultura a ganadería, entre otros, lo que genera una deforestación paulatina. De igual modo se reconoce que la tala ilegal, la recolección excesiva de leña y la ganadería extensiva realizada de manera directa en la vegetación natural, también contribuyen a la deforestación y la degradación forestal.

Potencial de mitigación: emisiones de GEI evitadas y captura de carbón: Se estima que los bosques y selvas mexicanos se encuentran entre los primeros 24 del mundo con mayor volumen de existencias de carbono en la biomasa forestal viva: para 2010 se calcularon en 2,043 millones de tCO2e con un promedio de 32 toneladas por hectárea.

El Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático ha identificado un potencial de mitigación del sector forestal mexicano del orden de 58 millones de tCO2e para el 2020 y de 96 millones de tCO2e para el 2030. Estas proyecciones estiman que el sector USCUSS de México podría ser un sumidero neto en 2022.

Por su parte el Programa Especial de Cambio Climático (PECC) 2008-2012, reconoció tanto el potencial de mitigación de los ecosistemas forestales, como su importancia en la adaptación, y contempla alcanzar la mitigación de 50.7 millones de toneladas de CO2e, como parte de las metas del periodo 2009 -2012, a través de los distintos sectores del gobierno federal. La mitigación proyectada al 2012 por el sector “Agricultura, bosques y otros usos de suelo” representa 30% del total comprometido: equivalente a 15.3 MtCO2e.

Con lo anterior se confirma que México tiene un importante potencial para REDD+ no sólo por la reducción de deforestación y degradación, sino también por lo que respecta al incremento de los acervos de carbono forestal.

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