Sustentabilidad

Ecología ficcional y ciencia real; esenciales en la literatura

Existen muchos sectores de estudios (ciencias duras y sociales) que tratan al medio ambiente, la ecología y su conservación desde diversos ángulos; políticas, acciones sociales, biotecnología,  activismo, veganismo, catastrofismo, etc. Sin embargo un género literario que desde siempre le ha mencionado con visiones desde su pérdida total en el planeta a futuros idílicos donde el hombre es uno con su naturaleza, esto es la ciencia ficción.

Conocimiento literario, que debe ser tomado en cuenta como una cuna de posibles acciones sociales y campo de cultivo para mentes infantiles y jóvenes de que el mundo requiere de su ayuda para existir en el futuro cercano y lejano.

El escritor mexicano Fabrizzio Guerrero McManus, analiza diversos tópicos de este estilo en su reciente libro, ¿Tenemos derecho a un futuro? Ecocrítica y Ciencia Ficción, publicado por editorial Paidós, en donde explica que urge replantear la acción y relación del hombre ante el cambio climático; ya que la crisis ambiental está encima del hombre y aunque 97% de la comunidad científica toma en serio la crisis ambiental; es increíble que un 3% se mantenga escéptico de los fenómenos que se padecen cada día.

De ahí que la ciencia ficción sirva para ilustrar la concepción instrumental de la naturaleza, característica de mediados del siglo XX, así como para dar cuenta del cambio hacia la idea de Gaia, ser vivo con derechos que, junto con la Pachamama del pensamiento americano, abre la posibilidad de pensar una historia ecológica y de abandonar la mera visión antropocéntrica en pro de un biocentrismo y un multiculturalismo global.

En su publicación, indica que la crisis ambiental representa, primero, un reto de percepción, de comprender que sus efectos no son “para nuestros nietos o para dentro de dos generaciones, sino que nos cayeron ya, y afectarán diferencialmente a la gente”.

Asimilar esa realidad supone pasar por el reconocimiento de que los problemas serán atendidos de manera diferente y que cada país y cada grupo va a tener una mirada distinta sobre un problema que afectará, primero, a quienes viven en zonas costeras, en islas y en sitios donde falta el agua.

En entrevista con Mi Ambiente, dijo confiar en una  juventud que ha crecido y se ha nutrido con las obras y la cultura cinematográfica de la ciencia ficción y la literatura fantástica, porque la primera ha apostado por futuros distópicos, mientras que la segunda dibuja universos más optimistas, donde aprendemos a entrar en una relación constructiva con otros seres vivos y ofrece una esperanza.

En donde se tienen escenarios de desertificación planetaria como en Mad Max; o en mundos donde las máquinas pelean con el mismo hombre; ciudades con graves problemas e contaminación e inmensa pobreza; en una Tierra moribunda y hambrienta tras la guerra; etc. Futuros que se aprecian lejanos, pero que no deben analizarse como temáticas impensables.

Ya que sin ser catastrofistas, pero, cabría preguntar si adivino o no la ficción sobre ser una ensoñación de creadores que ha permitido realizar los viajes espaciales, pisar Marte, la Luna, crear maquinas que piensen por uno, medicina alternativa, microbios que salvan o destruyen mundos, plantas y especies que se descubren de forma espontánea, cosas que hace un siglo eran impensables e imposibles.

Indicó que sus conclusiones en este tipo de análisis versan a partir de grandes obras culturales de la Ciencia Ficción y la Literatura Fantástica, cuyos autores han tenido el acierto de proyectar escenarios y crear espacios en los que es posible hacer preguntas enormes, como ¿qué clase de futuro vamos a construir? y ¿cómo va a afectar al planeta y a los otros? .

Esta idea de tratar el tema del ambientalismo desde un análisis literario y de ciencia ficción, dijo que deviene de que diversos escritos anglosajones han realizado literatura de este tipo desde hace mucho y en donde se lanzan mensajes sociales; que ha establecido ideas como es “el giro ambiental en las humanidades”.

Detalló que no es necesario el establecer un héroe o heroína que salve a todos, sino que en este caso, sea “todos”, la masa social, la que acabe preservando al planeta y que se pase al siguiente nivel de conservacionismo y no sólo se hable del reduce, recicla y reusa.  Ya que no debe tenerse una visión banal de solucionar la preservación, pues la economía, la política, lo social y lo político de no caminar de forma común para este fin hará insostenible el futuro de la humanidad.

Por su parte, Hugo Santillán, Consultor independiente en comunicación ambiental, ahondó en entrevista con Mi Ambiente, una referencia de que hace unos 20 a 30 años, en el mundo anglosajón ha desarrollado una corriente literaria denominada “Nature Writing”, aunque este tipo de literatura se encuentra desde el siglo XVIII. John Muir, Henry David Thoreau, Gilbert White, Dorothy y William Wordsworth son algunos de los autores que piensan sobre la naturaleza y las implicaciones entre 1780 y 1900.

De ahí que la literatura natural está expresada por una combinación de ficción y ciencia. Por ejemplo, en la década de los 50s y 60s cuando hubo un debate en Estados Unidos sobre el uso del DDT como pesticida, Aldo Leopold y Rachel Carson abogaron por las implicaciones de este químico en los hogares estadounidenses. Aldo Leopold y su “Almanaque del Condado Arenoso (A Sand County Almanaq)”, y Rachel Carson con “Primavera Silenciosa (Silent Spring)” presentan argumentos de preservación de la naturaleza ante el uso indiscriminado de químicos.

“Cabe señalar que posterior a la publicación de ambos libros (1971), el filósofo noruego Arne Naess propone una práctica llamada Ecología profunda, donde pone al hombre como parte de la naturaleza, el cual tiene permitido usar los recursos, pero solamente sus necesidades esenciales. Ahora bien, Primavera Silenciosa argumenta un escenario “apocalíptico” de una reducción de aves, debido a la ingesta de mosquitos contaminados. Dicho escenario nos permite reflexionar de cómo nuestras actividades para mitigar una población, la cual es fundamental para nuestro bienestar”, dijo.

La literatura natural también aborda el tema catastrófico. Sin embargo, en lugar de reflexionar sobre ello, se presenta un escenario ficticio. En este sentido, el ecocriticismo nos acerca hacia ese contexto, donde nos enfrentamos a un medio ambiente sumamente adverso, que representa un desafío mayúsculo para la sociedad actual.

Este concepto, dejó a un lado las páginas de los libros y migró hacia la televisión y el cine. Dos ejemplos de ello son: Bestias del Sureste Salvaje (2012, Behn Zeitlin), y la más famosa: The Day After Tomorrow (2004, Roland Emmerich); ambas cintas presentan la lucha del hombre con la naturaleza. Aunado a ello, Into the Wild, de John Krakauer en 1996, fue reproducido en 2007 por Sean Penn, donde narra las aventuras, y posterior muerte de Chris McCandless en su sentimiento de búsqueda de la naturaleza en el salvaje oeste de Alaska.

Concluyó que “existe una literatura vasta de la cual se puede rescatar el medioambiente. No obstante pongamos en perspectiva esto. Los jóvenes en México casi no leen (un par de libros al año). La mayoría de estos libros (antiguos y modernos) son difíciles de encontrar y mal traducidos. Sin duda son un apoyo por la manera de contar historias, lo cual permite que el mensaje del cuidado al medio ambiente sea transmitido por distintos canales. Pero hay que difundirlo”.

Siendo esencial el apelar a los jóvenes, que deben entender que no es una pérdida de tiempo o conocimiento en leer ciencia ficción o fantasía, sino que es sano el adentrarse en ideas descabelladas que parecen irreales y que han salvado a sectores como son las comunicaciones con los celulares –impensables hace 40 años-, la nanotecnología –que se estima en unos 10 años salvará millones de vidas en la medicina-, etc.  Siendo el ambientalismo un sector que al estar en la ciencia ficción puede sembrarse en la mente de las nuevas generaciones.

Este libro se publica justo cuando el mundo se enfrenta a una coyuntura que pone en relieve el futuro climático y permite, o al menos abre la posibilidad, que toda la sociedad se mueva en conjunto hacia una reflexión colectiva y construya una nueva relación, no sólo hacia el planeta y hacia las otras especies, sino hacia el propio género humano.

Dejando ya en el pasado, la idea que los hombres están arriba de toda cadena biodiversa, que ha acabado siendo el provocador de los mayores desastres de pérdida de biodiversidad en el planeta.

Finalmente, se puede mencionar que en el marco del Año Dual México-Alemania, en literatura y medio ambiente, la Sven Mensing, director de la Biblioteca del Goethe Institut, comentó a Mi Ambiente que esta nación entre parte de sus aportaciones esenciales a este rubro se pueden mencionar las obras de Frank Schätzing, Der Schwarm; Dirk C. Fleck, diversos libros de thrillers ecológicos; Sven Böttcher, Die Prophezeiung; Andreas Eschbach, Ausgebrannt; Sebastian Fitzek, Noah y, Marc Elsberg (austriaco), Black Out.

Sin embargo, detalló que sólo existen dos obras literarias que se encuentran traducidas al español: Black out (El Apagón), de la editorial Océano; y Frank Schätzing, que son de las obras esenciales de este tipo de ecología ficcional.

Para mayor información: www.miambiente.com.mx

AGUA, ELEMENTO INTRINSECO DEL ARBOLADO

Francisco Martín  Moreno, historiador mexicano, comentó el árbol es el ser más vital en la vida y es el origen de todo, hojas, madera, aire, sombra, alimento, etc. Pero lamentó que no es bien preservado en las ciudades y que las autoridades como al Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat) está más ocupada en talarlos que protegerlos.

Es autor de un libro sobre la escasez de agua, hace juego de una historia de ficción en la Ciudad de México actual y de la catástrofe que se avecina por falta de agua, aprovecha dicha publicación para detallar con datos, esta apremiante situación ambiental; que es englobada en una narrativa que haga al lector pensar no sólo en los personajes, sino en el agua.

Al ser consultado por Mi Ambiente, en relación a ecología, explicó que la tala clandestina en zonas urbanas parece que se está controlando, pero el problema anexo a ello, es el agua que se infiltra en el subsuelo, y se explota como si viviéramos en Estocolmo y somos muy irresponsables, ya que el construir encima de un lago es una grave irresponsabilidad, y no sólo eso, sino que le extraemos el agua, metemos concreto y entubamos 39 ríos que se volvieron caños.

Dijo que “no se valora el traer el agua que se tira en fracturas de tuberías y se desperdicie el 50% de la misma; y estamos impidiendo la recarga del acuífero al ir urbanizando el Ajusco. “la irresponsabilidad ecológica de la ciudad es abrumadora y al día consumimos 10 estadios Azteca de agua, es dramático nuestra realidad”.

Enfatizó que “sin educación seguiremos con altos índices de gasto de agua del orden de 300 litros por persona en la Ciudad de México a diferencia de Europa que es de 125 litros por individuo, es una inconciencia total y nadie se imagina que podemos llegar a un verdadero desastre y, el gobierno capitalino no tiene campañas de preservación que debiera incluirse desde las escuelas”.

LA CIENCIA DEBE BAJAR DE LOS ESCRITORIOS

Teléfonos celulares, tablets, sistemas de software, biotecnología, productos nanotecnológicos, etc., son parte de los avances científicos, tecnológico y de innovación que en muchas ocasiones su real valor está fuera del alcance del grueso de la población que se siente ajena a ellos, por lo cual, los trabajos que realizan los científicos deben tener procesos adecuados de difusión y conocimiento para toda la ciudadanía.

De acuerdo a la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (Seciti), del Distrito Federal, de cada 100 patentes sólo 3 o 4 llegan a tener un éxito comercial, lo cual se suma a que gran parte de la población se siente muy alejada de estos conocimientos y no logra entender que la ciencia y tecnología (CyT) son esenciales para resolver parte de sus problemas sociales, dijo su titular, René Drucker, en evento organizado por el Foro Consultivo, Científico y Tecnológico.

En la actualidad México padece por ser una nación de maquila que compra tecnología a altos precios y su costo social repercute en su ubicación mundial en el sitio 57 en desarrollo social y humano; 53 en competitividad, 79 en innovación, 107 en educación y 190 en gasto público en CyT.

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