Sustentabilidad

DF: aire envenenado

Redacción / Luis E. Velasco Yépez

En una tres décadas, la Ciudad de México pasó de ser una urbe que combinaba el desarrollo industrial con el comercio y los servicios, a un centro de servicios eminentemente con proyección hacia lo cultural.

Sólo existe un gran problema, al igual que antes: enfrentar la grave contaminación.

Es común hablar de aumento en la población con problemas de garganta, dolores de cabeza y hasta cánceres, como resultado de los malos aires que se respiran en la Ciudad de México.

Pero existen otros malestares, menos visible y más comunes: los de tipo emocional, ocasionados también por el enrarecimiento atmosférico.

Cada día crece el número de niños, adolescentes, jóvenes y personas maduras que enfrentan fuerte estrés que les provoca cansancio extremo y agotamiento.

Especialistas confirman que esos síntomas son resultado de una alta exposición a niveles de contaminación superiores a los permitidos por organizaciones mundiales de la salud.

Belleza que opaca la grave contaminación atmosférica.

Belleza que opaca la grave contaminación atmosférica.

Lo mismo sucede con la falta de apetito, en algunos casos; desilusión, en otros, y hasta el fracaso ante la vida o las pocas ganas de hacer frente a los problemas.

La contaminación vuelve a la persona más frágil, en lo físico y lo emocional y lo agota al ejercer cualquier actividad.

El problema se agrava ante la dura competencia que existe actualmente por adquirir un empleo y después por las exhaustivas jornadas laborales que se complican por las distancias existentes entre el lugar de residencia y el laboral.

Los problemas físicos detectados hasta ahora entre la población capitalina, producto de la contaminación atmosférica, son asma, males respiratorios, musculares, óseos, cardíacos, cáncer pulmonar y envejecimiento de la piel que ocasionan 5 mil muertes prematuras, cada año.

La Ciudad de México forma parte de la metrópoli Valle de México, donde circulan 6 millones de automotores de combustión que queman, diariamente, más de 20 millones de litros de gasolina, más de 5 millones de litros de diesel y más de un millón de litros de gas licuado a presión.

El crecimiento vehicular en la Ciudad de México es mayor al poblacional lo que complica el tránsito urbano y aunque la proyección de la capital del país es hacía una ciudad cultural, su desarrollo se ve limitado por ese problema.

La contaminación del aire causa cáncer bronquial, enfisema pulmonar, trombosis, coágulos e infartos.

Asimismo, problemas digestivos y la sangre pierde capacidad de transporte de sustancias nutritivas y oxígeno al cuerpo, confirma la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Al igual que la polución atmosférica con ozono y partículas suspendidas producen alergias respiratorias, irritación de ojos, comezón en piel y resequedad de mucosas.

Otros síntomas detectados por la OMS son cansancio, baja productividad laboral y escolar, sensación de pesadez, irritabilidad insomnio, ansiedad y mareos.

Ozono, dióxido de azufre, partículas finas y óxido de nitrógeno son desencadenantes de ataques de debilidad e inflamación de vías respiratorias, asma y enfermedades crónicas.

Partículas finas, ozono y el azufre del diesel llevan a sufrir neumonías, Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (Epoc), las vías respiratorias y alveolos se deforman y distienden, originan bronquitis crónica, enfisema y muerte prematura.

Las PM10 y PM2.5 son responsables de dos tipos de cáncer pulmonar: de células no pequeñas y de células pequeñas. Por lo general estos dos tipos de cáncer terminar por producir muerte prematura en quienes lo padecen.

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