Sustentabilidad

Crueldad inaudita

En el mundo, existe 11 especies de tortugas marinas; diez de ellas, cada año, arriban a las playas mexicanas y nueve de esas especies desovan en sus arenas, lo que convierte al territorio nacional en, prácticamente, un  santuario de los quelonios.
La etapa de arribazón de la tortuga inicia en marzo, pero, sobre todo, se da entre junio y diciembre, cuando es posible visitar un campo tortuguero, y tener la experiencia de descubrir un universo, repleto de criaturas donde realizan el recorrido más importante de su vida, entre la playa y el mar, con el simple objetivo de vivir.

Se cuenta con campamentos tortugueros en diferentes regiones del país, como la Comunidad Ecológica Campesina El Mazunte y el Parque Nacional Lagunas de Chacagua en la costa oaxaqueña; el Parque Eco-arqueológico de Xcaret y playa Xcacel en Quintana Roo; Playa Maruata, Colola y Mexiquillo en Michoacán.

También existen campamentos en la Reserva de la Biosfera de Ría Celestún, Biosfera Ría Lagartos y en la Isla Holbox en el área de protección Yum Balam, en Quintana Roo. En Colima, y algunos hoteles en Guerrero, apoyan el desove de las tortugas. En playas de Acapulco, Nuevo Vallarta y Nayarit, entre otras, hay recorridos nocturnos que invitan ser testigo de una maravilla de la Naturaleza, participar y asegurar que las tortugas recién nacidas lleguen a la playa.

Los dos principales sitios, donde se registra aproximadamente 80 por ciento de las anidaciones de especies Laúd, Golfina y Prieta, son las playas de Morro Ayuta y La Escobilla, en Oaxaca. En el caso de la tortuga de carey, 38.4 por ciento de los nidos suelen depositarse en el municipio costero de Las Coloradas en esta entidad y también se recibe la tortuga caguama. En todas las playas, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y agrupaciones civiles que protegen a las tortugas marinas sitios de protección.

En la Península de Yucatán llegan a desovar cuatro especies de tortugas marinas: caguama (Caretta caretta), carey (Eretmochelys imbricata), laúd (Dermochelys coriacea) y blanca (Chelonia mydas).

ESPECIE EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

Desgraciadamente, en México hay explotación de huevos y carne de la tortuga, además que, accidentalmente, algunos barcos pesqueros se las llevan en sus redes.

Esto se debe a que las poblaciones cercanas a estos lugares a muchos se les hace fácil vender los huevos.
En 2006, en un remoto campamento tortuguero, a unos 215 kilómetros del balneario de Acapulco, gran parte de los quelonios murió en el último período de anidación a manos de hombres armados con palos y machetes que venden ilegalmente su carne y huevos en las grandes ciudades donde constituyen una delicia exótica.

La matanza fue mayor que las que suelen ocurrir e indignó a los protectores de tortugas, que recolectan y protegen los huevos de las tortugas, culpan a la pobreza en la región y a la falta de vigilancia por parte de las autoridades.
«Las tortugas tardan mucho tiempo en morir. Pueden tardar dos horas y mientras las destazan lloran y gimen, incluso mueven sus aletas», dijo Medardo Navarrete, quien como otros trabajadores del tortuguero, es un ex cazador que se convirtió en protector tras ser convencido por el gobierno.

En México está prohibida la venta de carne y huevos de tortuga desde 1990, pero la amenaza de pasar hasta nueve años en prisión no ha sido suficiente para detener a los cazadores.

CARNE DE TORTUGA Y BOTAS

Con frecuencia los protectores de tortuga encuentran en sus recorridos a cazadores armados, quienes, además de no poder evitar las matanzas, temen represalias si las denuncian.
Los cazadores, que trabajan rápidamente en la oscuridad de la noche, golpean a las tortugas, las voltean y cortan su pecho, retiran las aletas y extraen huevos e intestinos.
Puestos de comida venden la carne y los huevos a clientes de confianza mientras que la piel se utiliza para fabricar botas, cinturones y bolsos de mano.

NO AFRODISIACO, SOLO COLESTEROL

Las siete especies de tortuga que habitan en México están protegidas bajo la Convención de Comercio Internacional de Especies en Peligro de Extinción de Fauna y Flora Salvajes.
Los habitantes de la costa han comido huevos de tortuga desde hace años, atribuyéndoles poderes afrodisiacos, pese a que expertos aseguran que lo que contienen es mucho colesterol.

Los huevos de tortuga se venden hasta en 15 pesos (1.35 dólares) cada uno. Un negocio más lucrativo para los cazadores es la tortuga laúd, de la que pueden obtener unos 22 litros de aceite del pecho del animal.
El aceite se comercializa a un precio de unos 100 pesos por un cuarto de litro y se le atribuyen poderes curativos para el asma y la bronquitis.

Los humanos son la mayor amenaza para las tortugas mexicanas, pero también aves, perros, cangrejos y tiburones son depredadores de tortugas pequeñas y huevos.
En promedio, de 10 mil tortugas que nacen, sólo entre 0.02 y 0.2 por ciento llegan a ser adultas, dicen los expertos.

1 Comentario

  1. JoséEmiliano Montiel

    ¿Y osamos llamarnos seres humanos?: Crueldad inaudita: http://www.miambiente.com.mx/?p=9322