Opinión

Una carta de despedida

El día jueves 31 de enero todos nos entristecimos con la noticia, había ocurrido una explosión en el edificio B2 del complejo llamado la Torre de Pemex. Muchas cosas extrañas se han dicho al respecto. La certeza es pasadas las horas de este triste asunto, algo muy siniestro, han muerto más de treinta y seis personas.
Llama mucho la atención que uno de los fallecidos haya escrito una carta de despedida varios años atrás. Esto es lo que nos ha sido informado.
¿Qué escribiría un servidor, si presintiera su partida de este mundo? Lo primero que asentaría en la misiva de despedida, sería pedir perdón. Porque en la vida es posible hacer tanto y sin embargo bien poco se hace. A veces debemos pedir perdón porque una palabra ha sido muy fuerte y en tono impropio. Muchas veces también se debe pedir perdón porque la palabra ha sido demasiado débil, o posiblemente ha sido una respuesta evasiva o poco clara. Al pedir perdón, se pide al mismo tiempo perdón al Señor Jesucristo, porque cada vez que se falta al prójimo se ofende a El. No existe pecado en la tierra que no se cometa contra Dios, y en los centros de trabajo son muy comunes las ofensas y los celos entre compañeros.
Pero así como no existe falta en el mundo que no se cometa contra Dios, tampoco existe ofensa que nuestro Señor no haya perdonado en la Cruz del Calvario.
Después de solicitar el perdón, escribiría dando las gracias a todos mis compañeros de trabajo por todo lo que de ellos son duda se ha recibido. Como creyente en Dios, reconocemos que lo que recibimos del prójimo realmente se recibe de Dios, quien alienta a nuestros semejantes a hacer el bien. Todos los seres humanos, recibimos siempre más de lo que proporcionamos, seguramente algunos de los que ya no estarán más con nosotros, llegaron a ese centro de trabajo inexpertos y muy jóvenes. Se fueron con un tesoro incalculable de experiencia.
¿Qué recibieron los que ya no están? Consejos, miradas fraternales, simples apretones de manos en el saludo diario.  El agradecimiento es indispensable en el ser humano, porque es a Dios a quien realmente se agradece, porque no hay bien sobre este mundo que no descienda del Padre de las luces. Agradezcamos siempre a Dios por todo, porque sólo su bendito Hijo ha destruido a la muerte para llevarnos a su presencia en las alas de la salvación por gracia. Finalmente, animaría a los que se quedan. Nuestra patria va por buen camino, estas cosas pasan porque estamos todavía en el camino de la perfección. Un día todo será diferente. Cumplan con su responsabilidad porque si no accidentes como éste seguirán pasando, pero que no sea en vano el sufrimiento de los que han perdido su vida en este ideal.
Tengan plena conciencia de la responsabilidad que tenemos todos a la luz del gran amor de Dios y entonces Dios estará con nosotros.Esta sería mi oración y mi carta de despedida. A todos nuestros conciudadanos que perdieron a sus seres queridos, les deseamos que el Dios de los cielos consuele sus corazones y les otorgue su paz inefable.
Aarón Cortés Hernández es Pastor General de la
Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.oreg

Acerca de Aarón Cortés Hernández

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