Opinión

Suena el río; lleva agua de recesión

Siguen voces advirtiendo de una recesión en la economía mexicana, a Merry Lynch, siguieron, con otro tono, Bank of America, el INEGI en julio anunció desaceleración. El gobierno mexicano ajustó, en dos ocasiones su estimado de crecimiento, del mayor de 3 lo bajó hasta el 1.8 y así hay una línea de versiones. En el bolsillo de la gente, donde se sabe o se reciente, hay economía raquítica, que se refleja en la vida familiar. No es para asustarse y rasgarse las vestiduras o darse un balazo. México ha tenido, ha vivido, en crisis recurrentes. Y ha salido. El gobernador del Banco de México, Agustín Cartens, dice que no tiene miedo e hizo un chascarrillo, “miedo le tengo a los perros de mi vecino”. Aseguró que a fin de año habrá repunte económico.

En los libros elementales de economía y en las mesas de opinión ligera, se dice y repite, que después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos cayó en una gran recesión. Desempleo y hambre abundaba. El Gobierno estadunidense aplicó la fórmula de inversión en obra pública. “Se ordenó tirar puentes y volverlos a levantar”. El de inversión y empleo. Pues, sí. Así salió ese país. Con respeto y profunda seriedad, la Naturaleza se ensañó y destruyó dos terceras partes del país. Ya tiró los puentes, socavó las carreteras, despojó a cientos de miles de familias de sus enseres domésticos, de su ropa. Lo trágico, debe revertirse y debe ser la salvación de todos. De toda la economía nacional.

El sector construcción es el más pródigo para el repunte y el crecimiento. Hay que abrir zanjas, limpiar caminos, reconstruir viviendas. En sólo este apartado hay camino. Hay esperanza de miles de mexicanos calificados como peones, de “maestros”. Y de ahí, para arriba. Pasantes, profesionistas, arquitectos, ingenieros. La industria de la construcción se recupera y fortalece. Ya la Naturaleza destruyó, ahora hay que reconstruir. Y la economía es parte esencial de la vida humana. Lo saben los secretarios, de Hacienda, Luis Videgaray; de Economía, Ildefonso Guajardo. Lo sabe el Presidente de la República. Es la hora de la fortaleza y la grandeza.

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