Opinión

Legislativa ambiental

La Buena Mesa es un pequeño restaurante ubicado en Bahia de San Hipólito 126 A, casi equina con Ejército Nacional, colonia Verónica Anzures, delegación Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México. Es un lugar de encuentro amable, para personas que viven o trabajan en el entorno. Cuenta con 13 mesas. Tiene buena cocina, la atención es esmerada, la limpieza escrupulosa, los precios razonables, y está abierto de 7:00a 18:00 horas, de lunes a viernes.

La zona donde se encuentra está inmersa en un espacio urbanístico que aspira a una modernidad manifiesta, entre otras cosas en el número de grandes edificios, construidos o en proceso, de apartamientos unos, de oficinas otros, y en las actividades que allí se desarrollan. Cercanas están la Torre de PEMEX y las instalaciones de la “guay”, YMCA (Young Men Christian Asociation).

Recién lo descubrí. De inmediato me hice cliente habitual. Asisto con frecuencia a desayunar o comer motivado por las características mencionadas y, sobre todo, por la calidad personal y profesional de Rodolfo, anfitrión de excelencia, es a un tiempo propietario, administrador, chef.

Rodolfo conoce bien a su clientela. En ella se cuentan numerosos amigos. Los recibe por su nombre. Su actitud genera un ambiente de encuentro, como dije, en el que se hace fácil la conversación con el vecino. Así, tuve la oportunidad de conocer a José Luis García, funcionario de PEMEX y además un artista de la lente, excepcional. Sus fotografías, expuestas en el establecimiento, reflejan un alto sentido y sentimiento estéticos. Entre las que exhibe de mi mayor satisfacción una que retrata a la pirámide de El Tajín. Refleja con claridad la indiscutible grandeza del pueblo totonaca, una de nuestras etnias de origen ubicada en el norte de Veracruz. Son varios sus trabajados a la vista, no faltan personas que las adquieren para una contemplación privada.

Una vieja puerta de casa pueblerina, semidistruida, es otra de mis favoritas. Me recuerda una acuarela de Silvia Villar, mi hermana, un tema similar. Ambas expresiones artísticas parecieran haber sido inspiradas en el mismo lugar, en el mismo momento mi mayor sorpresa fue cuando me enteré del nombre de la foto Puerta al tiempo, el mismo del trabajo de Silvia.

En diciembre tuve la oportunidad de conocer a varios grupos de personas que llegaron a celebrar su reunión de fin de año. Grupos de damas de la “guay”, trabajadores de Petróleos Mexicanos, profesionistas de despachos del rumbo, familias de vecindad cercana o próxima. Tal es la calidez que ofrece La Buena Mesa.

En diciembre también conocí allí a Alvaro Aguilar, joven pintor que fue uno de los triunfadores del certamen de pintura convocado por la Cámara de Diputados con motivo del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana. Para la anécdota, Rodolfo fue colaborador de la ahora senadora María de los Angeles Moreno cuando fue diputada federal.

A todo esto, cuál es la relación de la Buena Mesa con la tarea legislativa. Bueno, el que los gobernados todos podamos disfrutar de espacios dignos en el acontecer cotidiano, es responsabilidad ineludible de los gobernantes, los diputados, federales y locales y los senadores, cumplen funciones de gobierno. Es una tarea construir las leyes que hacen posible nuestra permanencia como nación. Es su responsabilidad formular la ley de ingresos y vigilar el ejercicio del presupuesto de egresos de la Federación. Tienen a su cargo evaluar el desempeño de los poderes y de los tres órdenes de gobierno. Si no lo hacen, puntualmente, la nación habrá de demandárselos.

Acerca de Ulises Villalba

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