Opinión

Legislativa ambiental

“Es la economía, estúpido»

La expresión corresponde a un momento de la campaña de Bill Clinton, por la presidencia de Estados Unidos, contra George Bush, padre. La frase se ha instituido en un emblema para dar cuenta de hechos o para promoción de propuestas.

El contenido explítico y subyacente de esas palabras, en su contexto original, explica, en parte, el triunfo de Clinton sobre uno de los más conspicuos integrantes de la dinastía Bush, protagonista en las esferas del poder económico y político de los Estados Unidos y más allá. Dinastía, por cierto, aliada estratégica, en su momento, de los Bin Laden. De donde se colige que en ocasiones, alianzas “contranatura” llevan a resultados favorables para algunos, aunque a los demás, los más, los convierta en víctimas.

¿Será? pregúntesele a los cientos de miles de muertos iraquíes y afganos, civiles mayoritariamente; a los muchos que perdieron la vida en el ataque a las Torres Gemelas; a uno que otro soldado norteamericano o de las fuerzas militares de países cómplices, que han perdido la vida en el Medio Oriente.

Pero el asunto que motiva este recuerdo es el intenso debate ocurrido en el Palacio Legislativo de San Lázaro en los últimos días, en torno a las alianzas entre partidos políticos de orígenes, principios y propuestas opuestos, con la finalidad de hacer posible “la alternancia”, dicen, en entidades donde se elegirá a gobernadores, legisladores locales y ediles, en julio próximo.

Partidos opuestos, sí. Como que uno insiste: el Presidente Felipe Calderón es espurio mientras el suyo, Andrés Manuel, es legítimo. Una de estas organizaciones políticas es proclive a tomar calles y plazas y la otra reclama que no se cancelen, por supuestos motivos de reivindicación social, las libertades propias de un régimen democrático. Un partido está a favor de que las mujeres sean dueñas plenas de cuerpo mientras otro legisla por penalizar la interrupción del embarazo, no importan razones ni costos en el caso de acudir a la clandestinidad. Los azules están a favor de que se construya el aeropuerto que la zona metropolitana del Valle de México exige mientras los amarillos acompañan a quienes levantan machetes para impedirlo.

Bueno, pero “una cosa es una cosa” y otra pretender “sacar a patadas al PRI…” de los espacios que ocupa. ¿Dónde habré escuchado eso antes?

En la Cámara de Diputados han tenido la oportunidad de subir a la tribuna Beatriz Paredes y César Nava, dirigentes de dos de los partidos mayores, actores protagónicos en este tan traído asunto de los acuerdos aliancistas. Una al otro se acusan de mentirosos, de oportunistas, de electoreros. ¿De qué más no se acusan? Desde fuera Jesús Ortega mira y habla o habla y mira y desde una posición de “testigo” Fernando Gómez Mont, el inefable secretario de Gobernación alude a acuerdos a favor de la gobernabilidad. ¿Cuál es la materia de lo acordado? Acotar alianzas a límites de congruencia ideológica, congruencia imposible, por naturaleza, entre PAN y PRD.

Según testimonio del muy leído Catón, en recorridos por el territorio nacional ha encontrado, frecuentemente, que los perredistas no admiten caminar del lado de los panistas ni los panistas quieren saber de sus pretendidos aliados.

Pero hubo un acuerdo, para la gobernabilidad, en el cual las alianzas se proscribían de hecho. Por lo menos en el caso del Estado de México cuya elección de gobernador ocurrirá hasta el 2011. A cambio de qué, no queda claro. ¿La aprobación de la Ley de Ingresos para el 2010? Los legisladores priístas han explicado, con suficiencia que no se quiere escuchar, que las fechas no se corresponden. El compromiso antialiancistas se firmó cuando ya había sido aprobada la ley mencionada.

En cuanto a los aumentos en el Impuesto sobre la Renta y en el Impuesto al Valor Agregado, como a los incrementos en derechos por bienes y servicios fueron obligados para cubrir el boquete de 300 mil millones de pesos generados por una administración gubernamental altamente discutible, por no decir que francamente mala.

Así que, a final de cuentas, como reza la expresión clintoniana: “Es la economía, estúpido”.

Acerca de Ulises Villalba

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