Opinión

La justicia y culpables

Al colapso parece general. La pérdida de controles y la ausencia de estrategias son obvias. No hay trinchera en la que no se produzcan crisis. Así, en el terreno de la justicia, en donde las autoridades de todos los niveles enfrentan una pérdida de credibilidad constante, reaparece el conflicto entre los investigadores federales y los del Distrito Federal en torno al asesinato del niño Martí. Y la confusión es el menor de los problemas. Verdades a medias, manipulaciones obvia y constantes confrontaciones que sólo ponen en claro que los gobiernos de Felipe Calderón y Marcelo Ebrard se encuentran totalmente enfrentados. Las autoridades capitalinas tienen en la mano una apuesta enorme. Y por ello patalean todo lo posible para no ser vencidos en el caso que desató el malestar ciudadano. No es fácil olvidar el desplante de Ebrard cuando aquella reunión sobre seguridad, en la que ante el “si no pueden, renuncien”, soltó su bravata aquella de “no sólo no renuncio, sino que bajaré el índice de inseguridad”. Y claro está, poco después aparecieron los “culpables”. Pero los problemas aparecieron al mismo tiempo. El famoso “Apá” no fue todo lo que el gobierno capitalino había dicho. Y para fortuna del grupo de Ebrard murió y dejó las cosas en un terreno de especulación, pero fácilmente manejables para la autoridad capitalina. Pero ahora aparece la autoridad federal con una nueva figura en la mano. Y resulta que todo lo que dijo el gobierno de Ebrard queda en duda. Los culpables podrían no serlo de la manera en que la policía de Ebrard había afirmado. Y como es sencillo recordar que el gobierno perredista ha fabricado culpables en cantidad de ocasiones, las dudas crecen. Podemos recordar por ejemplo, los “culpables” del caso Stanley, o los del asunto Polo Uzcanga. O varios más hasta llegar al caso Martí. De cualquier manera, la verdadera víctima en todo esto, es el ciudadano que, de nueva cuenta, en una confrontación política con la manipulación de la justicia, se enfrentan autoridades que, supuestamente, tendrían que trabajar en su beneficio… Pero la crisis no para ahí. No es alentador que el embajador de los Estados Unidos en nuestro país, Carlos Pascual, aparezca en un evento público, de corte empresarial y sin mayor problema, anuncie que los problemas de violencia en México pueden llevar a que los inversionistas de su país a cambiar de horizontes y sacar su dinero de nuestro territorio. Esto que no es poca cosa, puede provocar todas las reacciones de costumbre en el gobierno. Pero rasgarse las vestiduras no llevará a las autoridades al problema de fondo que no es otra cosa, que el fracaso de la estrategia de combate al narcotráfico. Por lo pronto, el mensaje enviado desde Estados Unidos es por demás claro… Y queda aún, por definir qué es lo que el gobierno quiere de las alianzas con el perredismo colaboracionista de Jesús Ortega. El tema que inició con un intento por crear un frente de combate al PRI en Oaxaca, alcanzó más adelante varias entidades y una alianza entre el PRI de Beatriz Paredes, el gobierno del Estado de México, el PAN y el gobierno de Felipe Calderón para cambiar votos por impuestos. Ahora, llega ya a los terrenos legislativos en donde los votos del PAN y el PRD se unen en diferentes terrenos para demostrar que los acuerdos tienen un horizonte mucho más amplio que aquel que originalmente se programó. Pero ¿hasta dónde se quiere llegar? Las especulaciones pueden ser de todo tipo. Y los resultados muy amplios… El malestar en las filas del Ejército por todo lo que sucede es más que obvio. No pueden dejar se llamar la atención las declaraciones de militares en diferentes foros y formas, en las que de una u otra manera, se pone en claro que el Ejército no está para nada tranquilo con todo lo que sucede en el país en la actualidad… Y para cerrar el tema de la crisis, queda en el tintero el asunto del clero católico. Un problema que es tan viejo como la iglesia católica misma que es el del abuso de menores por parte de los curas, cobra ahora una dimensión enorme. Y la tradicional incapacidad de los curas para asumir responsabilidades y para confundirse, y tratar de hacerlo, con la “representación divina” no es ahora suficiente para acallar el tema. El Papa se encuentra en un atolladero él mismo y hay quien intenta llevarlo a juicio por encubrimiento. Los curas en México están sujetos a todo tipo de presiones y podría haber llamados a juicio. La iglesia católica paga el costo de haber no sólo guardado silencio, sino de haber protegido a sus curas en un terreno en el que la ofensa a la sociedad no podía quedar impune.

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