Opinión

Heroísmo

“Vivan los héroes que nos dieron Patria y Libertad…” Esas palabras se escuchan la noche del 15 de septiembre. En la conmemoración del inicio de nuestro movimiento de independencia.

Desde nuestros primeros años de educación básica, conocemos y aprendemos a honrar a nuestros héroes. A quienes ofrendaron sus vidas en nuestras luchas libertarias y sociales. También sabemos de héroes del mundo. Algunos registrados en la Historia y, debe tenérseles en cuenta por su significado en las culturas universales, de los mitológicos, los de creación fantástica, aún los del imaginario popular; no es extraño tener a “Chucho el Roto”, entre ellos.

Pero hay héroes que están cercanos a nosotros, entre nosotros. Forman parte de las comunidades donde vivimos. Entregan su fuerza, su trabajo, su vida, a causas que por próximas acaso no las tomamos en cuenta. O pronto van al cajón de los olvidos.

Qué podemos decir en homenaje a Mónica Orta Ramírez, ofrendó su vida al salvar a uno de los bebés del siniestrado Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa. En la joven enfermera, sobre su existencia, prevaleció la protección de vidas que apenas comienzan. En la tragedia hubo más personas, aún niños, que acudieron prestos a cumplir tareas a las cuales sus conciencias les llamaron. Pusieron en riesgo su seguridad. Hubo resultados. El número de víctimas fue menor a las que hubiera podido ocurrir dada la dimensión del desastre.

Entre los héroes civiles que aprendimos a apreciar está el de Nacozari. En la memoria popular lo tenemos en la letra de un corrido “Máquina 501… la que corría por Sonora, por eso los garroteros el que no suspira llora…”. El 7 de noviembre de 1907 un tren cargado de dinamita se dirigía a Nacozari. Uno de los vagones se incendió. Jesús García, joven maquinista, sacó al tren del pueblo salvando la vida de cientos de personas a costa de la propia.

De cuántos hechos similares, de personas, tenemos conocimiento. Hagamos un ejercicio de memoria y tengamos presentes a los de nuestros recuerdos. Son acontecimientos que nos llevan a la convicción de que no todo está perdido. En medio de sufrimientos por la presencia del mal hay personas en las que el bien se manifiesta. En ocasiones, el comportamiento heroico cuesta la vida del protagonista; en otras, no. Mas el resultado de su acción está entre lo salvado.

Cuántos héroes civiles surgieron en la tragedia de la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985. De algunos tuvimos referencia en el reconocimiento que sociedad y autoridades, los medios, les hicieron. Cuántos de ellos perdieron la vida. Tengo entre recuerdos formidables de aquellos días amargos, la presencia de Plácido Domingo en labores de rescate, en Tlatelolco. Un periodista le advirtió: “Maestro… su voz”. Su respuesta dolida. “Qué importa mi voz…”. Carezco de confirmación de tales palabras, pero corresponden a la personalidad generosa del tenor universal, formado en España y México.

Eso y más tenemos en el recuerdo. De eso y más habremos de enterarnos en días del porvenir porque la tragedia acecha en todo momento.

Comentarios Cerrados

Los comentarios están cerrados. No podrás dejar un comentario en esta entrada.