Opinión

FCH, 3 años

El Presidente Felipe Calderón iniciará, en cuestión de horas prácticamente, la segunda mitad de su administración. Y el saldo de sus primeros tres años al frente de la República está lejos de ser lo que se esperaba, para no hablar de lo que se prometió. Es obvio que temas de campaña como la “presidencia del empleo”, el combate a la pobreza o la transparencia están fuera de la mesa de debates. Los problemas se acumulan y a tres años de distancia del complejo y tenso arranque de la administración federal, la realidad establece que es poco lo que se tiene para presumir. Así, si las calificadoras internacionales marcan a la baja a la economía nacional, si el combate al narcotráfico no acaba de acreditar su avance, si el desempleo amenaza con llegar a niveles muy serios el año próximo y si la CEPAL señala que es México en donde la pobreza ha sentado sus reales, lo que tenemos en las manos es un reto de proporciones enormes. Pero quizá el reto fundamental radica precisamente en la estrategia oficial. A tres años de distancia, para todo mundo es claro que buena parte del resultado negativo del gobierno radica en el costo de sus alianzas.
Felipe Calderón buscó la consolidación de su administración en los brazos de aliados políticos como Elba Esther Gordillo. Y el costo que ha tenido que pagar es brutal, no sólo en lo político, sino en renglones como el de la ética y la credibilidad. Intentó cimentar su administración con un gobierno integrado por sus compañeros de grupo. Se alejó del PAN, se confrontó con el pasado reciente y se preparó para “acabar” con las oposiciones. Y lo que logró fue un grupo de funcionarios que nada resuelven, que provocan fracturas y tensiones y que le restan imagen. Logró que las oposiciones quedaran libres en la batalla política y, al endurecer sus posiciones y sus discursos, llevó a los panistas a una catástrofe electoral en julio pasado. Ahora, rumbo a la segunda mitad de su mandato, Felipe Calderón no parece dispuesto a modificar su posición. Lo que anuncia que las elecciones del año próximo, por ejemplo, podrían ser convertidas en una palea de callejón con los recursos del estado al servicio del panismo, sin importar lo que de ello pueda resultar. Pero en todo esto hay un dato que evidentemente no estaba calculado.
Al momento en que las calificadoras financieras internacionales redujeron las evaluaciones de México, lo que se creó fue un problema político más que económico. El daño por supuesto, se deja sentir en el terreno de las inversiones o en el costo de la deuda, la vieja y la nueva, o en la salida de capitales. Y ello obliga a preguntarnos qué sucede con el manejo de esa deuda, y cuáles son los compromisos que tendremos que cumplir. Pero en donde el daño es en verdad muy serio, es en el terreno político. Felipe Calderón recibe un golpe en todo lo que es la confianza. Desde el exterior o desde el interior. Y en este punto, quedan en evidencia las fracturas en el PAN. En el Senado de la República, es claro que Santiago Creel tiene más control y fuerza política que Gustavo Madero. Y ello se traduce en problemas políticos para el gobierno. Y en la Cámara de Diputados, es evidente que Josefina Vázquez Mota no ha podido controlar ni a Francisco Ramírez Acuña, ni a César Nava, lo que la convierte en una coordinadora más virtual que real. Al mismo tiempo, el problema de la sucesión en el Banco de México, con las calificaciones internacionales en la mano, convierte a la decisión presidencial en un tema de seguridad nacional más que nunca. El “golpe” de las calificadoras ¿es una señal para que Guillermo Ortiz no sea removido o un aviso de que no quieren que en el cambio Agustín Carstens sea el sucesor? ¿Quién fue derrotado en el campo financiero? ¿Quién en realidad fue el que no pudo convencer a las calificadoras sobre la estabilidad financiera del país? El tema da para mucho… Y en tanto, César Nava lanza una campaña masiva de afiliación al PAN. Y sin rubor alguno, el líder panista demanda sólo un “aviso” de que se decidió ser panista. Quiere el nombre y un aviso que puede llegar vía Internet. De esta manera, el PAN deja atrás toda su historia de valores y principios.

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