Opinión

Entre el discurso de honestidad y la corrupción en México

POR: Sofía Ramírez Aguilar
Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI)

El discurso de AMLO ha influido en la opinión pública para señalar a gobiernos anteriores como principal causa de la corrupción. De 2019 a 2020, la percepción del Presidente como honesto ha bajado 10%.

El discurso del presidente tiene un gran impacto pero con alcances limitados: a pesar de repetir una y otra vez que su gobierno ya no tolera la corrupción como los gobiernos del pasado, su imagen como hombre honesto se ha deteriorado en los últimos dos años. Sin embargo, la narrativa presidencial ha cambiado la percepción de la gente respecto a las causas de la corrupción.

Más corrupción afecta la imagen del presidente

Diversas casas encuestadoras han publicado que la aprobación presidencial cayó cerca de 20 puntos entre febrero de 2019 y febrero de 2020. A partir de los datos, una hipótesis ha sido que es producto de los malos resultados en materia de seguridad y de economía. Sin embargo, una pobre gestión anticorrupción también puede tener efectos político-electorales: así le sucedió al entonces presidente Peña Nieto en la elección de 2018, y así puede sucederle a este gobierno en la elección federal intermedia en 2021.

Los resultados de la encuesta realizada en 2020 por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) y Reforma señalan que el presidente López Obrador ha ido perdiendo su imagen de hombre honesto y que la percepción de personaje corrupto ha ganado terreno en la opinión pública. Entre 2019 y 2020 su reconocimiento de honestidad cayó 22%; en marzo de 2020, la mitad de los mexicanos consideraba que el presidente era honesto cuando un año antes esta cifra alcanzaba 64%. Más grave aún es que entre 2019 y 2020 la percepción de que el presidente era corrupto incrementó en 73%; en 2019 dos de cada diez personas pensaban que lo era, mientras que en 2020 casi cuatro de cada diez personas lo consideran corrupto.

Es decir, el impacto del discurso presidencial en los primeros catorce meses de gobierno de AMLO fue mayúsculo en este rubro, borrando casi por completo el mensaje del discurso sobre la corrupción que había perfilado la administración de Peña Nieto. Estos hallazgos coinciden con la opinión pública  respecto a la necesidad de castigar la corrupción del pasado. Desde marzo de 2019, nueve de cada diez personas consideran que los  actos de corrupción de sexenios anteriores deben castigarse, y ocho de cada diez consideran que el castigo ayudaría a reducir la corrupción. En resumen, ante la frustración por la presencia de corrupción, el apoyo mayoritario de las personas a castigar a los presidentes anteriores refleja cuán fértil es el terreno para que mexicanas y mexicanos responsabilicemos a los gobiernos anteriores por la corrupción del presente.

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