Opinión

El perdón divino

En nuestros dos últimos artículos hablamos del arrepentimiento y de la fe como elementos necesarios para la salvación. Ahora comentaremos un poco acerca del perdón divino, pues la suma de estos tres elementos hace posible la experiencia salvadora.

Perdón: Acción de perdonar. Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente. En un sentido bíblico, el perdón divino es la gloriosa manifestación de la misericordia que Dios tiene para con los pecadores (Sal.32:1). Este tipo de perdón tiene como base el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario y se concede gratuitamente a aquellos que manifiestan un arrepentimiento verdadero y ponen su fe en Jesucristo como su único y suficiente Salvador. Así que el arrepentimiento y la fe son indispensables para conseguirlo (Is.55:7; Jn.3:16, 18).

Hechos 10:43 dice “que todos los que en Él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”. Esta experiencia única en la vida del hombre es el acto y el momento más glorioso e inolvidable en su vida. El saber que todos sus pecados, todas sus faltas y todas sus ofensas son perdonadas por la sola gracia de Dios mediante el sacrificio expiatorio de Jesucristo; fue sin duda la experiencia de aquellos que escucharan de labios del Señor Jesús las palabras: “Tus pecados te son perdonados” (Mt.9:2; 26:28). Esta fue la experiencia de Saulo de Tarso, mejor conocido como el apóstol Pablo (Hch.26:15-18). Esta fue también nuestra experiencia y la de millones de personas que ahora confesamos que Jesucristo es nuestro Salvador.

Solo Dios concede el perdón pues es a Dios a quien el hombre ha ofendido. Es cierto que el hombre puede perdonar la ofensa cuando es ofendido; pero hablando de la salvación, solo Dios puede conceder el perdón (Mr.2:7). Cuando el Señor Jesucristo tomó nuestro lugar y pagó por nosotros el precio de nuestra culpa, se convirtió en el único que puede perdonar nuestro pecado. Cristo quita y borra el pecado (He.8:12; 10:17; Mi.7:18-19).

La gloriosa realidad es que cuando el hombre pecador conoce la obra expiatoria del Señor Jesús y abre su corazón para que el Espíritu Santo lo toque, lo redarguya de pecado y lo lleve al arrepentimiento y este hombre se arrepiente y cree que Jesucristo es el Salvador y lo acepta como tal, Dios en su infinita gracia y por la obra y méritos de su Hijo Jesucristo le perdona y quita de él toda culpa y todo castigo por la culpa. Por lo cual se puede decir que tal hombre ha sido salvo. El perdón divino es la obra cumbre que hace al hombre bienaventurado (Sal.32:2; 1Jn.1:7). ¿Quieres ser tú ese hombre? Arrepiéntete, pon tu fe en Jesucristo y recibirás perdón de pecados. ¡Hazlo ahora!

Pastor en la Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.gob

Acerca de Aarón Cortés Hernández

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