Opinión

El cielo se ha caído, sobre nuestra patria

Tormenta tropical, ciclón, huracán, tifón. Todos son diferentes pero causan los mismos desastres.

Nuevamente el fuerte viento y la lluvia se ha cernido sobre nuestras costas, tanto en el Pacífico como en el Golfo de México. Las pérdidas son cuantiosas y lo más triste, vidas humanas han dejado de ser.

Por la mañana comentaba uno de mis vecinos ¿por qué Dios permite estos males? Él mismo se contestaba: ¿será que Dios no existe?

Si Dios no existiera, viviríamos los días más tristes de nuestra existencia sin sentido ni fin, en un círculo cansado de la nada.

Es verdad que a nadie podrá gustar los destrozos que los medios nos presentan en Acapulco, Colima, Veracruz y otros lugares, pero quiero decirle que sí hay un Dios y no es responsable de lo que pasa.

Si no hubiera algo, entonces no habría ni siquiera referencia del desastre que ha venido sobre ambas costas.

Seríamos marionetas de la fuerza de las olas, sin estrella que pudiera orientar la embarcación para llegar a puerto de arribo.

Me conmueve ver a los damnificados. Nuestra comunidad cristiana ha instalado un Centro de Acopio para llevar nuestra pequeña ayuda a nuestros hermanos.

Volviendo al cielo que ha caído sobre nosotros, no hemos perdido el cielo, porque si lo hubiéramos perdido, se perdería también nuestra tierra, y he aquí que nuestra tierra volverá a florecer. El Acapulco célebre, resurgirá, nuestra tierra volverá a ser lo que era y la bendición de Dios será manifiesta.

Ciertamente la destrucción es enorme, escuchábamos a las autoridades hacer un cálculo del costo de restauración de ciudades, viviendas y carreteras, son sumas de miles de millones de pesos.

A pesar de todo, con el cielo cayendo sobre nosotros, no hemos perdido a Dios, porque perder a Dios es perder la base de lo moral y no es el caso. Hoteleros y líneas aéreas han dado muestra de misericordia, nuestras fuerzas armadas, Ejército y Marina, llevan auxilio y sustento a los que lo requieren, en medio de la oscuridad hay luz.

Tenemos con urgencia que buscar que Dios regrese, ¿lo conseguiremos? Advierta que los lugares más dañados son aquellos en los que el crimen organizado ha echado sus redes. Esto puede ser un bautismo de restauración.

El futuro del mundo está en las manos de los creyentes, pues los incrédulos ni pueden ni saben actuar, lo único que saben es negar.

La situación va a mejorar, porque nos gobierna una mente inteligente, mirar el universo o un libro, nos lleva a que ambos son producto de una inteligencia superior. Terminamos esta colaboración con un anhelo: que nuestra nación se fortalezca en Dios y que este Dios nos dirija por senderos de justicia.

A nuestros hermanos que han sufrido los embates del turbión, nuestras sencillas oraciones en su favor y esperen de esta iglesia la ayuda real que llevaremos una vez reparadas las vías de acceso.

Dios los bendiga y sustente por siempre.

*Pastor General de la Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.org

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