Opinión

El cascabel al gato

 

Tras el duro encontronazo entre el PRI y el gobierno ocasionado por los dislates de Germán Martínez, la situación política en el país parece haber entrado en carrilles de mayor seriedad. El líder panista, si en realidad es que puede ser calificado de esta manera, parece haber cometido varios errores en una estrategia evidentemente mal planteada y peor implementada. Cuando Germán Martínez aceptó ser el caballo de pelea contra los priístas bajo el tema del narcotráfico y la delincuencia organizada, supuso que en realidad, podría reventar al partido tricolor y alcanzar para el panismo, una importante victoria en las urnas en julio próximo. Pero la realidad dice que el resultado es otro. Germán Martínez, como dirigente político, aparece como pobre en su oferta política, monotemático cuando la sociedad espera propuestas y respuestas ante la crisis general y limitado, muy limitado, al momento de reagrupar a los panistas.

Así las cosas, lo que Martínez parece haber conquistado es la posibilidad de que los acuerdos entre el priísmo y el panismo representado por Felipe Calderón sean mucho más complicados en el futuro inmediato. Las razones son sencillas de entender. Lo que el gobierno demostró es que quiere acuerdos cuando le conviene, pero está dispuesto a golpear, con todo, cuando se avecinan las elecciones. Y ese mensaje está muy claro en la mente de los priístas…

Pero este no es el único mensaje que saltó al escenario político gracias al choque de Manlio Fabio Beltrones y Los Pinos. Está claro que el gobierno no entiende bien a bien lo que sucede. Y olvida a pesar de su larga experiencia, cuál es el papel de los partidos de oposición. Pero en el PRI hay quienes intentaron sacar ventaja de todo esto. Así, Enrique Peña, gobernador del Estado de México, intentó aparecer como un político conciliador y hasta crítico de Germán Martínez, cuando en realidad lo que quería lograr tenía más relación con su imagen de “conciliador ante el gobierno”. Esto es, buscó que el pleito dañara la imagen del senador Beltrones. Al mismo tiempo, Beatriz Paredes, dirigente del PRI, intentó por todos los medios a su alcance, no tocar el tema de Germán Martínez, más en la idea de cuidar su relación personal con el gobierno, que en la de encabezar al priísmo, el cual había sido duramente atacado por el líder panista. Con esto, queda claro que en el PRI la unidad es una mercancía frágil y sujeta a la ambición de los grupos en pugna. Especialmente aquellos que suponen que el senador Beltrones tiene demasiado “juego”…

Quizá por ello es que ahora se quiere sembrar la idea de que, una vez disipado el humo de las cada vez más cercanas elecciones, el eje del poder priísta tendrá que girar. Esto es, que con la nueva bancada en la Cámara de Diputados y la nueva dirigencia en el PRI si Beatriz Paredes decide ser candidata a diputada, las cosas cambiarán. Pero como Beltrones tiene más capacidad de la que sus rivales quieren reconocer, lo que aparecerá en poco tiempo en el escenario, es una agenda legislativa de los senadores priístas a la que, se quiera o no, tendrán que sumarse partido y diputados. Y con ello, lo que se verá en acción será la capacidad de cada grupo. Y en esta batalla entre fuerzas priístas, lo que llama la atención es la relación del gobierno de Felipe Calderón con gobernadores como Enrique Peña, cuya entidad es si no la más visitada por el Presidente de la República, sí una de las más. Es un estado que recibe un enorme flujo de recursos federales y cuyo gobierno no hace sino marcar la efectividad del gobierno federal. Y esto, se quiera o no, es un mensaje político que poco a poco, ha sido entendido en todas las trincheras…

Por otra parte, los intentos en el PRD por suavizar la batalla interna parecen ser insuficientes. Es obvio que Jesús Ortega alcanzó, mucho más rápido de lo que todos esperaban, su principio de incapacidad. Y al mismo tiempo, queda claro que, una vez que pasen las elecciones, su dirigencia quedará sujeta a muchas presiones. Por lo pronto, sus aliados vitales han dejado ver su enorme malestar por la actitud del líder perredista. Y el fracaso en las elecciones internas perredistas, pone a la vista una debilidad creciente para la posición de Ortega. Y ello además de todo, son malas noticias para el grupo que desde el poder, pensó que había encontrado la lleva para en el Congreso, doblegar a los priístas a la hora de las grandes negociaciones…

 

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