Opinión

El Buzón

Al jefe de Gobierno de la ciudad de México (GDF), Miguel Ángel Mancera, le llueven las protestas por haber subido la tarifa del Metro en perjuicio del bolsillo de miles de usuarios pobres.

Jóvenes, periodistas independientes y caricaturistas se han sumado al rechazo e incluso promueven que no se pague y se brinquen los torniquetes, como sucedió en días pasados en la estación Allende de la Línea 2.

En torno a esa postura antipopular de encarecer el pasaje, el líder del PRI en el DF, Cuauhtémoc Gutiérrez, sostuvo que la administración de Mancera en estos momentos recibe grandes cantidades de dinero, el cual, al parecer, lo guarda para las próximas elecciones.

No hay motivo para encarecer los servicios en el DF, sin embargo, Mancera no oye a la población y sigue obstinado en sangrar a la clase trabajadora, como son los millones de usuarios del Metro, tanto del Estado de México como de la ciudad.

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Por cierto, recientemente el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados (Cesop) informó que el salario mínimo se desplomó 90 por ciento en dos décadas.

“Actualmente con un salario mínimo (entre 61.38 pesos y 64.76 pesos por día, dependiendo la zona del país) se pueden adquirir 5.2 kilogramos de tortillas, mientras que en 1982 se podían comprar casi 51 kilos”, dice el estudio.

Con esos gobernantes, federales o locales que prometen las perlas de la virgen en campaña, pero no cumplen, al rato ni para tortillas va alcanzar.

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