Opinión

ATISBOS: Oídos sordos a alertas feminicidas

POR: Rafael Cienfuegos Calderón

 ¡ALERTAS!– Establecida en 2007 con la creación de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la declaratoria de alerta de género corresponde a la Secretaría de Gobernación a solicitud de organismos de derechos humanos nacionales e internacionales y de la sociedad civil. A once años de distancia, dicho mecanismo que busca enfrentar y erradicar   el acoso callejero, laboral, escolar y doméstico, la discriminación y la violencia  feminicida en un determinado territorio del país, es deficiente, insuficiente y no garantiza a las mujeres calidad de vida libre de desigualdades. El motivo que dio a conocer la Secretaría de Gobernación a la Cámara de Diputados, es por “falta de protocolos de investigación y deficiente incorporación de la perspectiva de género en la investigación de delitos por las autoridades ministeriales y periciales; falta de homologación en las estrategias de formación de los y las funcionarios públicos que atienden situaciones de violencia contra las mujeres y niñas; deficiente capacidad para el registro estadístico de la incidencia delictiva”. La dependencia precisó que hay activos 29 mecanismos de alerta en 27 estados de la República, pero no todos se encuentran en pleno funcionamiento, de ellos 13 ya fueron declaradas, 9 están en proceso de cumplimiento y 7 no han sido declaradas. En la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Senadores tienen documentados alrededor de 950 feminicidios cometidos entre enero y abril de 2018, y el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio cuantifica en seis mil 297 el número de mujeres asesinadas entre 2014 y 2017 en 25 estados, de los que solo mil 886 casos fueron investigados como feminicidios. El 8 de enero, en la pasada legislatura de la Cámara de Diputados, la Comisión Especial de Alerta de Género pidió a los gobiernos de los estados que tienen declaratoria de alerta de género publicar la información general y estadística sobre los casos de violencia, incluida la feminicida, a fin de integrar y transparentar sus bancos de datos, pero Baja California, Baja California Sur, Guerrero, Nayarit, San Luis Potosí, Tamaulipas y Yucatán se han negado y optan por la opacidad. A eso se debe que el Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres sólo cuente con cifras sobre algunos tipos de violencia como la física, psicológica, económica, patrimonial y sexual, pero no sobre la violencia feminicida. Las entidades con mayores índices de feminicidios son Estado de México, Guerrero, Chihuahua, Ciudad de México, Veracruz, Tamaulipas, Michoacán, Jalisco, Baja California, Guanajuato y Oaxaca; las menos son Aguascalientes, Yucatán, Campeche, Durango, Tlaxcala, Baja California Sur y Querétaro.

 

REDEFINICIÓN.- La diputada presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, María Wendy Briceño Zuloaga (Morena) estimó urgente ampliar el artículo 22 de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para redefinir los alcances de la alerta de género porque está reducida al sólo reconocimiento de las áreas de riesgo, en tanto que   Belén Sanz Luque, representante de ONU Mujeres en México, resaltó que porque la violencia es múltiple y ampliada, los feminicidios son preocupantes, pues 7 mujeres son asesinadas al día.

PREOCUPANTE.- En 2015 se declaró la Alerta de Violencia de Género en los municipios de Chalco, Chimalhuacán, Cuautitlán Izcalli, Ecatepec de Morelos, Ixtapaluca, Naucalpan, Nezahualcóyotl, Tlalnepantla, Toluca, Tultitlán, Valle de Chalco y Solidaridad, del Estado de México; a la fecha, las agresiones contra mujeres y niñas no han disminuido, por el contrario, se incrementan de manera preocupante. Desde hace 10 años la entidad registra el mayor índice de delitos cometidos contra mujeres y, Ecatepec es el municipio más peligroso.

BRUTALIDAD.- A los asesinatos de mujeres (feminicidios) se les define como la violencia desmedida previa, concomitante o posterior a la acción delictiva, que evidencia una brutalidad particular, ya que pueden ser apuñaladas, violadas, ahorcadas y quemadas. Esta violencia es un fenómeno constante y persistente, cultural, recurrente, sistemático y creciente. La historia revela que los asesinatos y las violaciones siempre han existido, pero la falta de documentación de estas agresiones contribuye a que se invisibilice y perpetúe.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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