Opinión

ATISBOS

No al despilfarro de dinero por un capricho

Rafael Cienfuegos Calderón

Para el proceso de revocación de mandato del presidente de la República en marzo de 2022 el Instituto Nacional Electoral (INE) estima un gasto (innecesario pero políticamente provechoso para el promotor de la transformación) de tres mil 830 millones de pesos, a pesar de que el país está entrampado en una crisis económica que inició en 2019 con mínimo crecimiento y que se agravó con la pandemia por la paralización de las actividades productivas, la quiebra de miles de medianas, pequeñas y micro empresas y negocios, y el desempleo de millones de personas que pasaron a la pobreza por no tener dinero para adquirir los alimentos y satisfactores que demanda su familia. Pero, aunque ya se cuenta con la Ley Federal de Revocación que impulsó el presidente del cambio, ese derroche de dinero se puede evitar si la ciudadanía no da su firma para respaldar la solicitud de la revocación –se necesitarán casi tres millones a recabar entre los inscritos en el Padrón Electoral de 17 de los 32 estados del país, entre el 1 de noviembre y el 15 de diciembre y cuya autenticidad la tendrá que verificar el INE -. Es decir, sin el número mínimo de ciudadanos que lo pidan mediante una organización o asociación civil con su firma no hay proceso y esos tres mil 800 millones de pesos podrían no malgastarse cuando, además, hay falta de medicinas y deficiencias en el sector salud y la urgencia de reactivar la economía y crear empleos. Se queja el Presidente de que el sistema electoral es muy caro -acusa gasto excesivo del INE y el Tribunal Electoral, y que es mucho el dinero que se da a los partidos políticos que –dicho sea de paso- no representan a la ciudadanía ni defienden sus intereses, pero no tuvo inconveniente en el gasto de 528 millones para la consulta ciudadana que se dijo falsamente sería para enjuiciar a los expresidentes, ni al parecer le pesa que llevar a cabo la revocación (más bien ratificación) de mandato tendrá un alto e inútil costo. Así es que si el Presidente, su movimiento-partido, sus legisladores y sus huestes le quieren dar al circo político-propagandístico  de la revocación la imagen de un acto de democracia participativa, los ciudadanos no militantes, pensantes, defraudados y ofendidos  lo pueden aprovechar y participar en contra no otorgando su firma y revocar la revocación con un no al capricho del presidente que quiere pasar a la historia como el promotor de una transformación personalizada, que no social, en la que todo lo que no le gusta, lo que le parece neoliberal o lo que le motiva sospecha de corrupción se desecha sin valorar los costos. Ese es el estilo personal de gobernar de un presidente que es muy popular, pero ¿buen gobernante?

 

 

 

Acerca de Juan Carlos Machorro

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