Opinión

¿Tendremos algo qué celebrar?

Hace casi 200 años que se logró la Independencia de México, Agustín de Iturbide, habiéndose convertido en emperador de México, lo primero que hizo fue tratar de crear nuevos impuestos y elevar los ya existentes al maltrecho pueblo de México.
Tal parece que la historia se repite nuevamente, sólo que separada por el actual gobierno federal que encabeza Felipe Calderón Hinojosa el que, sin recato alguno ha enviado al Congreso el presupuesto de ingresos que contempla una serie de tasas impositivas que resultan una carga de soportar por el pueblo empobrecido que se está convirtiendo poco a poco en un auténtico peligro para la paz social y cuya sublevación a todas luces justificada.
A Agustín de Iturbide le costó su inmediato derrocamiento y aunque ahora tal parece que más de 50 millones de pobres se han vuelto pusilánimes ante los acontecimientos, de seguir así las cosas pronto despertará en el pueblo el deseo de libertad acicateada por el hambre.
A mediados de la presente semana deberíamos haber celebrado con optimismo y fe en nuestras instituciones el l99 aniversario de la iniciación de la Guerra de Independencia, fecha cuando el cura de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla, convocó al pueblo de Dolores y con él, a toda la nación, a iniciar la lucha que 17 años después, el 27 de septiembre se logró.
Aún recuerdo los felices años en que salíamos al Zócalo de la Ciudad de México, a los lugares en plazas y parques públicos para que, ataviados con antifaces, cascos militares de cartón, cornetas de cartón con barbas de papel de china, con confeti y serpentinas y todavía cohetes y buenos pies para gritar llorando orgullosos “¡Viva Mexico, viva México, y mueran los gachupines!”, la noche del l5 de septiembre.
Para finalizar, les comento que el pasado martes por la noche en los municipios de Tlalnepantla, Atizapán, Tultitlán y Cuautitlán Izcalli, sufrieron inundaciones por las torrenciales lluvias, no obstante los esfuerzos de los gobiernos por llevar espectáculos a las plazas públicas, se notaba en los rostros cansados de la gente un gesto de tristeza de esos acontecimientos, además de estar sufriendo una de las crisis más graves de la historia de México, propiciada, no tanto por factores externos como nos han tratado de hacer creer, sino por la incapacidad e incompetencia de un Poder Ejecutivo y pléyade de secretarios que no saben gobernar. Entonces me pregunto: ¿tenemos algo qué celebrar?

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