Opinión

¿Qué se requiere para ser un hijo de Dios? ¿Cómo sé que soy nacido de Dios?

En relación con estas preguntas, el apóstol Juan, responde: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Jn.1:11-13). Es decir, el hombre por sí mismo no puede convertirse en un hijo de Dios, su sola declaración no le confiere ese privilegio; ya que sólo a través de la fe en Jesucristo y por voluntad divina se recibe esa bendición. Por tanto, es indispensable creer y recibir a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Creer en Él implica obedecerle y seguirle. Recibirle implica aceptarle como nuestro Dios dejando que Él gobierne y reine en nuestra vida. Si esto hacemos, entonces viviremos en la seguridad de haber nacido de Dios. ¿Cuáles son las evidencias de haber nacido de Dios? El mismo apóstol Juan refiere por lo menos cuatro de estas evidencias: Primera: “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él” (1Jn.5:1). Segunda: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (1Jn.3:9). Tercera: “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca” (1Jn.5:17).

Cuarta: Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1Jn.5:4). Dicho de otra forma: para recibir el derecho de ser un hijo de Dios se requiere creer y recibir a Jesucristo como nuestro Salvador personal; pero para evidenciar que verdaderamente hemos nacido de Dios es necesario dejar de practicar el pecado, esto es, el pecado ya no debe reinar en nosotros, es decir, no nos debe gobernar; sino que la simiente de Dios, su Palabra, es la que debe gobernar nuestros pensamientos, regir nuestros sentimientos y determinar nuestras acciones. Por esta razón el verdadero cristiano vive en victoria permanentemente por la fe en el Hijo de Dios, confirmando con ello que verdaderamente ha nacido de Dios. Dice el apóstol Juan: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Querido amigo lector: ¿De cuáles eres tú? ¿De los que no le recibieron o de los que creen en su nombre? Recíbelo hoy en tu corazón y serás hecho un hijo de Dios. ¡Vive su Palabra y sabrás que has nacido de Dios!

Noé Díaz Alfaro es Pastor en la
Iglesia Cristiana Interdenominacional, A.R. ser@iciar.org

 

Acerca de NoeDiaz

El autor no ha proporcionado ninguna información.

Comentarios Cerrados

Los comentarios están cerrados. No podrás dejar un comentario en esta entrada.