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Restaura INAH cascabeles de ofrenda de 700 años de antigüedad

Más de 60 cascabeles sujetos a la osamenta de un niño hallada en la Zona Arqueológica de Teteles de Santo Nombre, en el estado de Puebla, fueron restaurados por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), con el objeto de recuperar la estabilidad de las piezas —propias de ofrendas de alto rango— que son parte fundamental de este contexto funerario de más de 700 años de antigüedad.

Las pequeñas piezas, 69 en total, de menos de 2 cm de alto y ancho, distribuidas en dos tobilleras sujetas a la osamenta del menor, son elementos que determinan el alto estatus social al que perteneció el niño o sus padres, al igual que una diminuta cuenta verde —de menos de un centímetro— hallada al nivel de la tráquea.

En comunicado de prensa, le organismo de gobierno dio a conocer que el arqueólogo Blas Castellón, responsable de la Zona Arqueológica de Teteles de Santo Nombre, detalló que el entierro fue hallado en 2010 en la plataforma central del sitio, durante la segunda etapa de excavación.

«Se conformaba por la osamenta de un niño de entre 9 y 13 años de edad, colocada sobre las escalinatas de una estructura, en posición sedente y con los brazos extendidos; tenía sobre sus manos huesos de aves, una cuenta verde en la tráquea, por lo que se supone que fue introducida en su boca al morir, y cascabeles de metal alrededor de sus tobillos”.

Los cascabeles, compuestos de cobre, arsénico y plomo, fueron intervenidos para eliminar la corrosión que tenían y darles estabilidad, además de que se creó un resguardo especial para su conservación, explicó Fabiana González Portoni, restauradora de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH.

Por su parte, el arqueólogo Blas Castellón mencionó que el entierro del infante data del periodo Posclásico (alrededor de 1300 d.C.), fecha posterior a la que corresponde la estructura en la que fue encontrado, pues el edificio es del periodo Clásico Medio (500 ó 600 d.C.), según se determinó con estudios de carbono 14 y análisis antropológicos hechos al niño durante 2010 y 2011.

«La diferencia de años nos permite inferir que posterior al abandono del sitio en el periodo Clásico Medio, pequeñas sociedades reutilizaron algunas estructuras para rituales o ceremonias sagradas, aunque no hay rastros de reocupación”, agregó Castellón.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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