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Publica INAH primer registro de fósiles de dinosaurios en México

Durante las dos últimas décadas, México ha registrado un repunte importante en el descubrimiento y estudio de dinosaurios; sin embargo, se carecía de una obra bibliográfica que ofreciera un panorama completo de la presencia de esta fauna extinta en territorio nacional, donde habitaron por lo menos 15 familias de las 41 identificadas en el mundo.

Por ello, a partir del análisis exhaustivo de la literatura hasta ahora publicada sobre el tema, que asciende a 145 textos en 99 años, los biólogos Ana Fabiola Guzmán y José Luis Gudiño Maussán conformaron el primer registro completo de fósiles de dinosaurio mexicanos, recientemente publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Bajo el título El registro fósil de los dinosaurios en México, que recopila de manera sistemática y detallada los datos sobre las localidades mexicanas donde, hasta la fecha, se han descubierto fósiles de dinosaurios, tanto huesos como evidencias icnológicas, es decir, huellas, coprolitos (excremento), nidos y cáscaras de huevo.

A la fecha se han ubicado 50 localidades en los estados de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Durango, Puebla, Michoacán, Oaxaca y Chiapas, que para su estudio han sido divididas en tres regiones: noreste, noroeste y sur.

fosiles

En dicho estudio se detalla que la primera región es la más rica en yacimientos paleontológicos de dinosaurios con 21 localidades, la mayoría ubicadas al sur y este de Coahuila, y una aislada en una cañón de Tamaulipas, donde se halla el yacimiento más antiguo descubierto hasta el momento en México, y cuyos fósiles fechados para el periodo Jurásico Temprano (199.6 a 175.6 millones de años) pertenecen a dos dinosaurios carnívoros pequeños: el ceratosaurio que se caracteriza por tener un cuerno en la nariz, y un herbívoro ornitópodo, es decir con patas como las de las aves, con tres dedos.

Los fósiles de dinosaurio descubiertos en México tienen una antigüedad que va de 199.6 millones de años, en el Jurásico Temprano, a 65.5 millones de años, en el Cretácico Tardío, según lo constata el análisis efectuado por Fabiola Guzmán y José Luis Gudiño.

Otras localidades importantes son la de Xochixtlapilco, Oaxaca, y las Peñas, Michoacán donde se hallaron huellas de animales del Jurásico Medio y Tardío, es decir, de antigüedades que van de 175.6 a 145.5 millones de años. Las improntas de Xochixtlapilco, hasta la fecha, son consideradas la evidencia icnológica más antigua del país.

En México sólo se ha encontrado una localidad con huellas correspondientes al Cretácico Temprano (145.5 millones de años), en la San Martín Atexcal, Puebla. En cambio la mayoría de fósiles de dinosaurio mexicanos datan del Cretácico Tardío, con una edad que va de los 99.6 a los 65.5 millones de años.

Los fósiles más escasos en México son los que tienen impresiones de la piel de los grandes reptiles. Sólo en tres yacimientos se han encontraron este tipo de vestigios: El Rosario, Baja California; Rincón Colorado y Las Águilas, en Coahuila. Las marcas son atribuidas a hadrosáuridos, dinosaurios herbívoros que utilizaban sus patas delanteras para sostenerse al alimentarse, tenían un pico similar al de los patos con el que arrancaban las hojas de los árboles.

El estudio de los “lagartos terribles” (traducción del término dinosaurio) tiene 99 años de historia en el país, tiempo en el que se han publicado alrededor de 145 textos; de éstos 117 durante las últimas dos décadas, quintuplicando en 20 años la producción bibliográfica sobre el tema, producida en poco más de medio siglo, reflejo de que la investigación de dinosaurios ha cobrado importancia en el país y de que la ciencia mexicana le abre paso, aunque aún faltan muchas publicaciones sobre el tema, afirman los biólogos.

Cabe recordar que las primeras descripciones de dinosaurios en el mundo las realizaron en la década de 1820 los naturalistas ingleses William Bucklan (1824) y Gideon Mantell (1825). El primer registro de fósiles de dinosaurios en México lo hizo 1913 el geólogo alemán Erich Haarmann, en Coahuila; derivado de este descubrimiento, también se publicó el primer estudio formal, en 1926, llevado a cabo por el paleontólogo Werner Janensch.

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