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¿Fin de las barras?

Jorge Solari «El Indio», fue jugador de futbol, argentino. Después fue director técnico y como tal, en México, dirigió al América. En Colombia, al Junior de Barranquilla, al Millonarios de Bogotá; en España, al Tenerife; al Huachipato, de Chile; al Barcelona SC, de Ecuador; al Yokohama Marinos, de Japón. Fue director técnico de la selección de Arabia Saudita, en la Copa Mundial de Futbol de 1994, celebrada en Estados Unidos.

chivas

Tiene una amplia visión de lo que ocurre en el balompié en el mundo. En forma directa por experiencia personal, de manera indirecta por información que recibe de gente del ambiente y por lo que conoce a través de los medios.

Hace algunos años, en entrevista en la Televisión argentina, le preguntaron sobre la actitud violenta de barras en el futbol de su país, apareció en él un gesto de preocupación. Las barras, o sus formas y métodos, no son propios de su espíritu, por supuesto. Espíritu de un hombre que ama al deporte, sentimiento compartido en su familia, llena de futbolistas.

El entrevistador le preguntó por la situación en México. Su expresión cambió. Con la más expresiva sonrisa exclamó: ¡Oh no…! En México es otra cosa. Ahí se ve en los estadios a la familia. El futbol es un evento familiar. En plena aceptación de una competencia leal el papá puede llevar la camiseta de un equipo y la mamá o los hijos pueden vestir la del equipo contrario. No, en México no existe un ambiente de intolerancia.

En ese México del aprecio de Solari las cosas han cambiado. Las barras con comportamientos distintos, importados de Sudamérica, más directamente de Argentina, han construido escenarios diferentes. Habría que preguntar a Alberto Fassi, directivo de los Tuzos del Pachuca, qué opina al respecto. Es uno de los promotores de esas formas de organización de los grupos de animación, porras se les llamaba, en nuestro medio.

La actuación de barristas de las Chivas, en el Estadio Jalisco, da cuenta de lo que pueden ocasionar acciones que se inscriben en el terreno de lo criminal. Conducta ajena totalmente a la de una verdadera afición por el deporte que tiene el mayor número de seguidores en nuestro país y en el mundo.

Acontecimientos como los del sábado pasado en Guadalajara, alejarán a las familias de esos escenarios que, como bien había dicho Solari, debieran ser propios para una sana recreación familiar.

¿Serán capaces los directivos del futbol mexicano de poner fin a las causas de la violencia en algunos de los estadios? ¿Estarán dispuestos a aceptar sus responsabilidades? ¿Hay otros actores? Desde luego, entre éstos desempeñan papeles protagónicos las autoridades, los jugadores, los árbitros, medios, y dentro del público habrá que distinguir entre quienes van al encuentro para disfrutarlo, en compañía de sus hijos, y los otros, los que va a desahogar frustraciones, rencores, el mal que llevan en sí con lo cual hacen daño a los demás.

Por lo pronto, Jorge Vergara, dueño del Guadalajara, cerró las puertas del Omnilife a las barras de las Chivas y de América. Dijo en entrevistas, que no se les permitirá el acceso. Quienes pertenezcan a estos grupos tampoco podrán entrar de forma individual. «Las barras no tienen acceso, ni las nuestras, ni las del América ni las de ningún equipo. Están eliminadas del estadio Omnilife”.

Acerca de Hector Villar Barranca

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