En Ambiente

Superhéroes

depre971Transfigurados por los efectos visuales —contribución de la tecnología—, los héroes en el papel migran y adquieren otra voz y otros movimientos.

Opacadas por el estruendo, las escenas fílmicas ofuscan la atención sin importarnos la suerte de los trabajadores en los edificios destruidos, de los veladores —la mayoría de las disputas suceden, por asunto del dramatismo, durante la noche: ominosa oscuridad/glorioso amanecer—, los refugiados en las cafeterías y restaurantes, de los calcinados, de los perros, gatos y aves enjauladas atomizadas en el fragor de la confrontación. Seguramente por ahí, en algún espacio evaporado del “haber” empresarial —aun cuando sea asunto de ficción—, yace una mísera pecera confundida entre los escombros con los restos del operador de elevador y el personal de aseo y mantenimiento, las cientos o miles de flores constreñidas en macetas o macetones integradas al espacio —sea por un gusto personal o por disposición de un decorador de interiores—, los miles de libros en el lodazal final… los balances contables, los archivos documentales, las tareas organizadamente pospuestas, una fotografía, los archivos digitales, un mensaje amoroso, un ultimátum…

Los superhéroes vuelan y golpean, vociferan y lanzan sus centellas o herramientas propias y, aún vapuleados —siempre es requisito un gran sufrimiento inicial para triunfar brillantemente— ellos conservan su galanura y ellas la belleza apabullante.

Ya queda poco de los ahora anquilosados representantes de la justicia: (Wilfred de) Ivanhoe medio asociado a Robin (de Locksley) Hood inseparable —al menos en la leyenda propia— a Little John y al gamberro Friar Tuck; William (¿Wilhelm?) Tell con su hijo, la manzana y una segunda flecha en el cinto preparada para aniquilar al tirano Gessler si fallara en el primer intento. Resulta inaceptable la fantasiosa realidad trastocada de “El Zorro”, la desconcertante aplicación de la obertura rossiniana para enmarcar la presencia justiciera de “El llanero solitario” con “su inseparable amigo Toro” (¿referencia directa al jefe sioux “Toro Sentado”? Tatanka Iyotanka en lengua Iakota), asociado a toda una cadena de héroes a caballo —benefactores del progreso impuesto por las compañías durante la época del “viejo oeste”—.

Un héroe —por su origen— siempre será el personaje triunfador y aun cuando enfrente a sus pares en poderío, la fama taquillera obliga al guionista a preservarle un resquicio de salvación al invulnerable personaje para triunfar gallardamente. (Por cierto, para gloria de él, siempre habrá quien oriente su decisión y sus poderes para enfrentar al mal desatado).

Principescos o rascuaches, de la alta burguesía o del peladaje, los héroes de la vida real y los de ficción miran la inmortalidad por sobre nuestras cabezas. Allá arriba, anclados a un pedestal formado con miles de cadáveres de seres anónimos en quien la injusticia y la justicia ligadas ultrajan al omitir sus dolores y sufrimientos ¿son acaso la continuación de aquel principio/mito ancestral de cuando la redención de uno demanda la inmolación de muchos?

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Aunque resulta imprescindible confesar la enorme ignorancia en cuanto a si éstos o aquellos personajes corresponden a la primera, a la segunda, si estaban inscritos al momento de la disolución de La Liga o pertenecen a otro esfuerzo empresarial pues en total confusión mental desconcierta que uno de esos héroes —ya de por sí trastocados su origen y hechos—, será realidad femenina. Ya puestos en plan quisquilloso, en vez de “inventarle” una hermana, prima, novia, amante, hija… los dueños de los derechos de los personajes —anteriormente denominados de historietas, hoy comics— arrojan al mercado a un Thor inhabilitado y despojado de sus cualidades y su martillo para ceder el espacio a la diosa del trueno. En la era de la “descontextualización” y “globalización” hasta los héroes pierden su predominio, cuna y características de origen. Lo único firme en los libretos es la tremebunda destrucción y el aporte de vidas anónimas no divulgadas en los afanes de la famosa Liga de la Justicia (en inglés: Justice League of America o JLA) y que no por ser of America el asunto tranquiliza, porque la vida humana es valiosa allá y acá, por más de ficción que sea el sacrificio.

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