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Se une la literatura a la euforia de F1 en México

En el marco del regreso de la Fórmula 1 (F1), que estuvo más de dos decadas alejada de México, diversos ámbitos están inmiscuyéndose en el deporte automovilístico, como es el caso del libro Héroes al volante, de Alejandro Rosas, que narra cómo individuos comunes y corrientes al tomar el volante se convirtieron en héroes.

Fanático de la F1, es un escritor de historia y vida cotidiana, que pensó unir ambas actividades. “Trate de describir, año por año, no sólo los datos del Gran Premio, sino saber cómo era el México de esos años”, detalló.

Este libro muestra cómo los coductores despreciaron a la muerte y desafiaron con insolencia al destino. Pilotos que fueron el sueño de los niños, seducción de las mujeres y admiración de los hombres. Personajes que podrían ser descritos en las crónicas como seres mitológicos: valientes, temerarios, cínicos de la velocidad, adictos a la adrenalina y al peligro, sabedores de que la siguiente carrera podía ser la última de sus vidas.

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Héroes al volante es una obra sobre los acontecimientos que rodearon a cada Gran Premio mexicano, pero también la historia de dos grandes épocas: la del “milagro mexicano”, cuando llegó por vez primera la F1 a México (1962-1970), y la de las crisis (1986-1992), cuando regresó la máxima categoría, luego de 16 años de ausencia.

En entrevista con Mi Ambiente, comentó que este libro no es de deportes, sino que la F1 es un pretexto para hablar de estas dos épocas del México del siglo XX, sobre “la vida cotidiana de los mexicanos con el plus de las circunstancias en que se corrieron los grandes premios, les platico desde la visita de Marilyn Monroe, en esos días, que estaba en boga en los cines, la realidad política”.

Sobre esta nueva etapa de la F1, dijo que el ejercicio se le hizo agradable por estar primero en el gran auge de los 60s en el país y en los 80s cuando se vive una grave crisis económica y en esta etapa que arranca estamos reconstruyendo al país en materia económica y política, lo cual será agradable de analizar en unos 5 años.

El hilo conductor para su publicación fueron los pilotos mexicanos de los 60s, que comienza con la muerte de Ricardo Rodríguez, luego llega su hermano y Rebaque en los 70s fue una aventura del temple mexicano, pero no fue un piloto destacado. Mientras que en la actualidad, Sergio Pérez es buen conductor, pero le falta una mejor escudería.

El libro muestra una historia de arrojo y velocidad, en la que el Autódromo se convirtió en un protagonista de la vida mexicana que la gente observó el desarrollo de la tecnología y la transformación de los autos; en la que un perro se cruzó en el camino de Jackie Stewart; en la que Ayrton Senna agarró a golpes a un oficial de pista, etc. Es la historia del Gran Premio y la manera en que la F1 permaneció en el corazón de los aficionados hasta que se anunció por tercera vez su regreso a México. “Es un libro de vida cotidiana que entretiene por la nostalgia de aquellos años”, dijo.

Recordó que en estos días vivimos un México diferente a los 80s, a quienes estábamos en esa época, que era un calvario ir a la F1 y estábamos apenas abriéndonos al mundo, desde la F1, conciertos internacionales, produ-ctos extranjeros que llegaban a las tiendas, no sólo la fayuca. Reconoció que Carlos Salinas (1988-1992) fue quien llevó a México a conocer el mundo y no estar cerrados en sólo el territorio.

Mencionó que Adolfo López Mateos impulsó el autódromo por su gusto a las carreras y otros presidentes que dieron rienda a sus gustos fueron Manuel Ávila Camacho que edificó el Hipódromo; Miguel Alemán, el Auditorio Nacional, y que en el último Gran Premio de los 90s, el regente del DF, Manuel Camacho Solís, que quiso cancelarlo, porque según sus apreciaciones, contaminaba y les hizo bajar de 69 a 62 vueltas.

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