En Ambiente

Con el Fogón a Punto

SABORES DE OTOÑO

Es algo triste saber que seguimos resintiendo los efectos de las lluvias en todo el territorio nacional y sólo queda enviar nuestro más sincero mensaje de apoyo y solidaridad a los cientos de municipios indígenas que son los más necesitados y que, además, fueron duramente afectados. No solamente en Guerrero, sino también en Oaxaca y otros casos aislados como lo es en Sinaloa, Veracruz, Puebla, Hidalgo, entre otros.

Pero si bien después de la tempestad viene la calma, esta temporada tan lluviosa como hace mucho no se registraba, obsequió a los estados de mayor sequía un enorme respiro, y ha llenado presas y lagos de vital importancia en estados como Durango, Zacatecas y Sonora.

Como siempre con las lluvias florecen los frutos y bendecido es este territorio de contar con un crisol de colores, aromas y texturas en lo que alimentos se refiere. Mismos que engalanan nuestras mesas por los festejos patrios, ahora empezamos a respirar, a percibir y saborear los obsequios que la madre Naturaleza nos brinda en otoño.

Nuevamente las naranjas entran en escena con un renovado dulzor y más jugosidad, algunas todavía ácidas pero más asequibles a nuestros bolsillos.

Poco a poco, aparecen en escena las calabazas en todo tipo de variedades y preparaciones, el exquisito tejocote ya sea comido fresco, en dulce almíbar aromatizado con anís o en diversas conservas y dulces típicos de tradición conventual.

Ahora es más común ver desde estas fechas el pan por excelencia el más mexicano, aquel pan que ha sabido trascender y transformarse desde tiempos de la Colonia hasta nuestros días, sin perder su esencia ceremonial, me refiero al pan de muerto.

Pan que fuese hecho de manteca y huevo como tradicionalmente se le nombraba a un pan hecho con finísima calidad, panes que van desde una receta simplificada a las más complejas y tradicionales, con diferentes esencias aromáticas como es la hoja de naranjo, el azahar, la vainilla o el anís. Así como diferentes trazos en sus figuras externas decorativas o el rebozado, ya fuera de azúcar, canela o ajonjolí.

Ahora caprichosamente vemos panes marmoleados con chocolate, rellenos de frutos secos ajenos a nuestra gastronomía como son los arándanos o rellenos de nata o queso crema con jalea de moras.

Y no dejando atrás el exquisito aroma y sabor del camote que es llevado de forma parsimoniosa a lo largo de la ciudad, alertando nuestros sentidos con el chirriante sonar de su caldera, remontándonos a un vago recuerdo melancólico de las viejas máquinas de vapor de otro siglo.

Acerca de Alfredo Álvarez

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