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Cartas desde el infierno de Ramón Sampedro

Hace algunos años, llegó a la pantalla grande una excelente película “Mar adentro”. Un filme que narra la historia de un hombre español de la zona gallega que desde una edad muy temprana se ve condenado a estar postrado en una cama, tras haber sufrido un accidente que le deja tetrapléjico.
Además de este preámbulo, es importante recordar que este hombre de nombre Ramón Sampedro fue el primer español que solicitó abiertamente ante los tribunales la eutanasia es decir: la muerte asistida.
Durante la historia, se relata cómo ayudado o animado por quien funge como su abogada en la película le incita a escribir la poesía que Sampedro escribía como aficionado. La poesía tiene un fondo de amor por la vida pero rechazo por la vida. Es pues, un canto desde el infierno que Sampedro vivió al pensar que la vida es un derecho no una obligación.
El dolor que Sampedro vivió reflejaba a un hombre lúcido, culto con profundo conocimiento y una persona sin mayores vacilaciones, con una determinación profunda en lo que pensaba y consideraba era lo que la vida tenía que ser.
Es una excelente experiencia si se vio la película, complementarla con el texto; si no se vio la película conviene combinar la lectura con la película que logran ambas con una maestría para contar esta historia tan fuerte, tan ágil y tan bella.
Es la poesía de Sampedro, una necesidad de aliento para un moribundo, es un deseo por vivir la vida, la vida como debe ser (según Sampedro), una claridad de lo que es el concepto de vida, vida digna y digna de ser vivida.

Ensueño

«Mar adentro, mar adentro,
y en la ingravidez del fondo,
donde se cumplen los sueños,
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.

Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno,
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo;
es como penetrar al centro del universo:

El abrazo más pueril,
y el más puro de los besos,
hasta vernos reducidos
en un único deseo:

Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras:
más adentro, más adentro,
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.

Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos».

Ramón Sampedro

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