En Ambiente

Buenas prácticas sociales de energías limpias alternativas en México

La implementación de estufas ecológicas en comunidades rurales y el uso de dispositivos ahorradores de energía eléctrica en entornos urbanos se suman a la transición energética

Desde 1972 en Estocolmo, cuando se llevó a cabo la Primera Cumbre para la Tierra; pasando por Kyoto en 1997, momento clave en donde se establecieron las pautas para reducir las emisiones de Gases de Efecto invernadero; hasta la Conferencia de las Partes (COP 22) celebrada en Marruecos en 2016, los acuerdos mundiales han priorizado sus esfuerzos en cambiar el uso de combustibles fósiles a energías limpias y renovables.

Para evitar el incremento en la temperatura del planeta 2 grados centígrados a causa del calentamiento global cada país ha propuesto un esquema para los años venideros. De cara al año 2030,  México se comprometió a reducir en un 25% sus emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI) y a disminuir en 51% sus emisiones de carbono negro, debido a que este contaminante, después del dióxido de carbono (CO2), ocupa el segundo lugar como contaminante más dañino a la capa de ozono que recubre a la tierra.

La reforma energética para reducir el consumo de combustibles fósiles entró en vigor a partir de 2013; los representantes y tomadores de decisiones están llevando acciones, pero ¿qué hay de los empresarios, de las asociaciones civiles y de las comunidades rurales y urbanas?

Salomón Chertorivski, secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de México, explicó que el combate a los efectos del cambio climático va más allá de los gobiernos y que requiere de un acuerdo con empresarios, para modificar sistemas de consumo en los tipos de energía.

Alianzas para la revolución energética como un movimiento social

Aunque hay ejemplos como las invasiones a regiones del estado de Oaxaca en donde empresas generadoras de energía eólica están replicando sus hábitos para obtener siempre el mayor beneficio económico a costa de la devastación ambiental y de prácticas corporativistas que no permiten el desarrollo en los habitantes locales, también existen prácticas innovadoras y propuestas humanitarias para una transición energética desde la base social.

Tal es el caso de la Asociación Civil Procuenca en su vinculación con la multinacional Natura en donde se han otorgado más de 10 mil estufas sustentables a familias de comunidades rurales, específicamente de la cuenca Valle de Bravo-Amanalco que suministra 1 de cada 10 litros que consumen los habitantes de la metrópolis mexicana,  brindándoles así la oportunidad de conservar ecosistemas forestales que también son grandes captadores de CO2.

Además de este beneficio, se les brinda capacitación para continuar replicando prácticas sustentables en sus comunidades a través de información que les convierte en agentes de cambio, pues son ellas y ellos quienes realizan la construcción de éstas estufas al mismo tiempo que pueden tener acceso a una mejor salud por la reducción de enfermedades respiratorias derivadas de un menor uso de leña, con lo cual también se reducen las emisiones de CO2 y de carbón negro.

“Antes se gastaba mucha leña, toda se salía. Como estaba abajo el fogón, por todos lados se escapaba la lumbre y se hacía un humaredón, ahora ya o hay nada de humo. Antes un arbolito nos duraba un mes ahora ya nos dura muchas más” afirma Gregoria Quintero de 57 años, mientras contempla a Margarita Camacho, en la nueva estufa, quien ya no tiene que permanecer arrodillada en el piso para hacer las tortillas diarias.

Gregoria Quintero y Margarita Camacho de la comunidad de Turcio en Villa Victoria, Estado de México

 

Estas buenas prácticas están ocurriendo dentro de los entornos rurales pero en las ciudades también existen esfuerzos por darle un respiro al planeta.

De acuerdo al Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero (2013), la generación de energía eléctrica en México comprende el 19 % de las emisiones de CO2 que se emiten anualmente hacia el ambiente.

En una época en donde los dispositivos son extensiones de la experiencia diaria, la carga de batería se vuelve una constante; por ello, los desperdicios eléctricos de dispositivos conectados que no se están utilizando o bien que su carga ya fue completada, representan  15 % del consumo bimestral.

Estos consumos fantasmas  se traducen en 82 millones de kg de CO2 que año con año se emiten hacia la atmósfera. Para estar respondiendo de manera responsable únicamente ante la fuga de energía de esta industria se requieren 37 millones de árboles o bien utilizar dispositivos que permitan el ahorro energético.

En esa tónica un grupo de jóvenes universitarios han desarrollado un dispositivo que permite evitar los consumos fantasma de aparatos eléctricos conectados y que resultado del trabajo colectivo de un grupo de emprendedores sociales que sueñan con ciudades y comunidades más verdes.

De acuerdo al informe sobre energías limpias del primer semestre de 2016, México generó el 19.68% de su energía eléctrica con fuentes limpias, pero comparado con 2015, representó una disminución de 10.38 %. [1] No obstante, el informe anual de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) de 2015, destacó que México tiene la capacidad para generar casi un 50 % de la electricidad que se consume a partir de fuentes renovables.

La energía eólica, solar, hidroeléctrica, geotérmica, biomasa y gas natural, son la base de la revolución de las energías limpias, pero existen acciones complementarias, como los casos presentados, que colaboran en gran manera para llevar a cabo una transformación de hábitos desde la base de la estructura de nuestra sociedad.

[1] https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/177519/Reporte_Avance_Energ_as_Limpias_1er_sem_2016_VFinal_28122016.pdf

Comentarios Cerrados

Los comentarios están cerrados. No podrás dejar un comentario en esta entrada.