Comunitarias

Temporada de lluvias, a prevenir

Rafael H. Rivera

Para esta temporada de tormentas tropicales y huracanes 2014, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) ha emitido una proyección de los fenómenos que podrían afectar los litorales tanto del Pacífico como del Atlántico-Golfo de México, que comprende 7 Tormentas Tropicales y 7 Huracanes, de los cuales 5 podrían ser intensos del lado del Pacífico y 6 Tormentas Tropicales y 3 Huracanes, de los cuales uno podría ser de gran intensidad por el lado del Atlántico, sin que necesariamente se presenten todos.

Estos fenómenos meteorológicos, conocidos como ciclones tropicales, tienen diversas denominaciones, dependiendo del área geográfica donde se originen, partiendo de los Trópicos, de acuerdo a su intensidad y localización: depresión tropical, tormenta tropical, huracán o tifón.

Una Depresión Tropical, que sería la categoría más baja en cuanto a la intensidad del fenómeno, es un ciclón cuya velocidad de vientos es menor a 62 Km/h acompañado de chubascos de gran intensidad.

Una Tormenta Tropical alcanza velocidades de viento entre 63 y 118 Km/h, que genera fuerte oleaje y lluvias torrenciales, llegando en algunos casos a manifestar tornados.

Los Huracanes tienen vientos superiores a los 119 Km/h y, de acuerdo a su intensidad que se ha clasificado en 5 grados, en base a la escala Saffir-Simpson, son los efectos que se perciben a su paso.

Estos fenómenos se forman por una masa de aire caliente que asciende y una de aire frío que desciende, generando este movimiento ciclónico, que si se desarrolla en el hemisferio norte, gira en sentido contrario a las manecillas del reloj, y en el hemisferio sur, en sentido inverso.

Cada uno de los ciclones tropicales merece atención especial para las tareas de prevención, ya que si no existe una etapa de preparación, las lluvias que se generan por una Depresión Tropical podría generar un desastre de gran magnitud.

De acuerdo a información del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), por cada dólar que se invierte en la prevención, se traduce en 7 de ahorro para la reconstrucción. De ahí, la importancia de la implementación de políticas públicas a la gestión integral de riesgos y una oportuna preparación a nivel familiar en las regiones donde se resienten de manera directa los efectos de estos fenómenos meteorológicos.

Hasta hace unos años, en 1988, con el Huracán Gilberto, quienes se dedicaban de manera incipiente a través de las redes de emergencia de Radioaficionados hacían seguimiento de estos fenómenos con señales que se “bajaban” con equipos conectados a sus equipos de comunicación y se veían las imágenes en monitores monocromáticos, integrándose redes de recepción de información de Cancún, desde donde transmitía de manera incansable el radioaficionado jalisciense Pedro Lete (XE1IX), registrándose daños importantes no sólo en el sureste mexicano, sino también en el norte del país y en la Ciudad de México recibían los mensajes Eugenio Souto (XE1JME), Wilfredo Quiñones (XE1AQK) y un novato Rafael Rivera (XE1RBA), entre muchos otros, en diversas partes del país.

Ya para 1997, con el Huracán Paulina, las condiciones de seguimiento y alertamiento de estos fenómenos habían cambiado considerablemente, de tal suerte que a pesar de los esfuerzos del Centro Nacional de Comunicaciones (CENACOM), de la Dirección General de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, bajo el mando de Jaime Boy, la desarticulación de los sistemas municipales de Protección Civil causaron la magnificación del desastre, trayendo en consecuencia, pérdidas humanas y materiales.

En 1999, las Depresiones Tropicales 11 y 14 generaron fuertes precipitaciones pluviales, que afectaron con severidad seis estados de la República: Puebla, Hidalgo, Veracruz, Tabasco, Campeche y Chiapas, combinándose con un sismo de gran magnitud en Oaxaca, lo que llevó a realizar tareas de rescate y reconstrucción importantes.

En tiempos recientes, los mecanismos de alertamiento han cambiado en forma radical y prácticamente se dispone de ellos en la palma de la mano. Aún así, podemos recordar los efectos de la Tormenta Tropical Bárbara que generó grandes daños en Oaxaca y Guerrero, principalmente.

En fin, la lista podría seguir considerablemente lo que lleva a pensar que los mecanismos de prevención todavía no son suficientes o que hay fallas importantes en la aplicación de políticas públicas para una Protección Civil preventiva y no reactiva ante estos desastres. Lo mejor es estar prevenidos y seguir las indicaciones de las autoridades que, en este caso, Conagua recomienda.

Consulte al Sistema Nacional de Protección Civil, de la Secretaría de Gobernación, a través de la Unidad de Protección civil o de las autoridades locales correspondientes para saber:

  • Si la zona en la que vive está sujeta a riesgo ciclónico.
  • Qué lugares servirán como albergue.
  • Por qué medios recibirán los mensajes de emergencia. En todo momento, manténgase al tanto de los avisos que emite el Servicio Meteorológico Nacional, a través de la radio y televisión.
  • Cómo se integrarán las brigadas de auxilio.

Organice un plan de protección civil:

  • Si su casa es frágil, localice un lugar cercano que pueda utilizar como albergue.
  • Acuerde con sus vecinos un señalamiento de alarma.
  • Realice las reparaciones necesarias en techos, ventanas y paredes para evitar daños mayores.
  • Guarde fertilizantes o insecticidas en lugares a prueba de agua, ya que con el contacto con ella la contaminan.
  • Procure un lugar para proteger a sus animales y equipo de trabajo.
  • Prevea el transporte en caso de evacuación.

Si decide quedarse en casa:

  • Tenga a la mano botiquín, radio, linterna de baterías con repuestos, agua hervida en envases
  • Guarde con tapa, alimentos enlatados, flotadores y los documentos importantes protegidos en bolsas de plástico.
  • Cierre puertas y ventanas, protegiendo internamente los cristales con una cinta adhesiva colocada en forma de esquina a esquina y de borde a borde del vidrio.
  • Asegure todos los objetos sueltos que pueda lanzar el viento. Retire antenas de televisión, rótulos u otras piezas colgantes.
  • Tenga a la mano ropa abrigadora o impermeable.
  • Selle con cemento la tapa de su pozo o aljibe para tener reserva de agua no contaminada.
  • Manténgase alejado de puertas y ventanas; de preferencia aguarde en un cuarto pequeño y estructuralmente fuerte.
  • Cúbrase con colchones si los objetos en el interior de la casa empiezan a ser arrastrados por el viento.
  • Prepárese para subir a un segundo piso, si hay inundación.

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