Comunitarias

Lo cotidiano con clase

Las calles y plazas de la Ciudad de México, sobre todo del Centro Histórico, cotidianamente son escenario de marchas, mítines y plantones de diversa índole y con diferentes motivaciones políticas, sociales y culturales de los ciudadanos, amparados en la Constitución que consagra y garantiza el derecho de la población a reunirse y a manifestar libremente sus opiniones y demandas.
Esto, lo hacen valer hasta porque vuela la mosca, ya no se diga por cuestiones políticas, atinadas decisiones como desaparecer a Luz y Fuerza del Centro e, incluso, deportivas cuando la televisión ordena ir al Angel de la Independencia, con todo y bicentenario, porque vamos al mundial, sin importar que el grueso de la población se tenga que freg… aguantar a ver lesionada su economía, salud y libre tránsito por la ciudad.
Para comprender, más no aceptar, esta problemática las cifras acreditables a autoridades del gobierno local señalan: en los últimos 10 meses se documentaron 2 mil 229 movilizaciones en la ciudad de México, casi ocho manifestaciones diarias; 1890 demandó soluciones a las autoridades federales y un 4 por ciento tuvo una respuesta inmediata.
En 14 por ciento de los casos, el gobierno federal instaló mesas de trabajo canalizándose un 11 por ciento para su solución; avenidas y calles que convergen en la Secretaría de Gobernación, de septiembre de 2008 a junio de este año, permanecieron 2 mil 452 horas cerradas con vallas metálicas.
Para no ser menos, las autoridades capitalinas pusieron en marcha la Unidad Especializada en Convivencia Urbana (UECU), que atendió, en general, 932 concentraciones, 351 marchas, 504 bloqueos, 126 mítines, 59 plantones y 327 acciones de otro tipo, en un promedio de 20 minutos a partir de registrarse el acto y tener la intervención de una autoridad de la secretaría de Gobierno del DF.
Participaron 897 mil 667 personas, de ellas 789 mil 680 lo hicieron para plantear alguna demanda federal y el resto a las autoridades locales. En 251 casos requirieron de gestión social y ciudadana, en 384 se establecieron mesas de trabajo y de cada 10 mesas de concertación, seis evitaron manifestaciones mayores en vía pública.
Hasta aquí, la alegoría de cifras y el desbordamiento gubernamental para justificar la chamba. Las autoridades no se han preocupado por dar respuesta a lo más importante: cuándo y cómo millones de capitalinos dejarán de ver afectado su libre circulación, actividades laborales, sociales y recreativas y, perder la vida cuando tiene una emergencia médica y no puede llegar oportunamente al hospital por “un plantón” donde hay carpas, tiendas, cocinas, baños públicos y “vociferantes” que lo agreden si intenta pasar por sus dominios.
Todo indica que no hay ni el entusiasmo, ni el interés y menos la voluntad política adecuadas que lleven a encontrar esas soluciones económicas, laborales y sociales que terminen de una vez por todas con la “marchitis” que secuestra a millones de capitalinos indefensos.

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