Campus

Un teclado fundamental


Ricardo Castro. Acrílica sobre cartulina. 16.1 x 18 centímetros.

En la vigésima avenida, lote 46 del Panteón Francés del Viaducto, está la fosa cubierta con una plancha de mármol de la que surge un espigado monumento rematado con una lira para definir la profesión de quien ahí fuera sepultado, por quien el Teatro Principal y la Orquesta Filarmónica de Durango llevan el nombre del músico nacido el 7 de febrero de 1864 en la Hacienda de Santa Bárbara, Municipio de Nazas y fallecido en la Ciudad de México el 28 de noviembre de 1907, “el último romántico del porfiriato”: Ricardo Rafael de la Santísima Trinidad Castro Herrera, hijo del licenciado Vicente Castro y de María de Jesús Herrera.

El destacado pianista cuyas influencias directas fueran Frederic Chopin, Robert Schumann, Richard Wagner y Ludwig van Beethoven tuvo por maestros a Pedro H. Cisneros (en Durango), a Juan Salvatierra y a Julio Ituarte (en el Conservatorio Nacional de Música) y en la materia de composición a uno de los compositores destacados en el México decimonónico, el maestro Melesio Morales. Fue discípulo de la maestra venezolana Teresa Carreño quien le orientara en el perfeccionamiento de la técnica pianística durante la estancia del mexicano en Europa (a ella dedicó “Press de Ruisseau”).

Al catálogo musical de Ricardo Castro lo componen predominantemente sus obras para piano, no obstante, aunque aparte de su creación se le considera “perdida” y algunas otras están en reconstrucción (es el caso de “Atzimba”, ópera en asociación con don Alberto Michel), contiene sinfonías, orquestación para la ópera “Zulema” de Ernesto Elorduy, poemas sinfónicos y materiales para piano asociado a instrumentos de cuerda.

La Universidad Nacional Autónoma de México publicó durante el año de 1983 una serie de veinte fascículos con aparición quincenal, “Nuestro México”, de entre los cuales, el primero de ellos y en su página 29 reproduce el programa aparecido en “El Imparcial” del domingo 22 de junio de 1902 en el cual, junto a los trabajos de Beethoven, Schubert, Chopin, Chopin-Brassin, Delaffose, D’Albert, Leschetzky, Strauss-Philippe, Stojowsky (sic), Dubois, Rubinstein, Chopin-Liszt y Liszt, aparece la obra de Ricardo Castro “Vals Intime”, y una curiosa aclaración insertada en el mismo periódico con fecha del 25 de junio de ese año: “…Para facilidad del público le recordamos que las localidades pares (lado izquierdo están a la venta en la Casa Wagner, y las impares (lado derecho) en la administración de este periódico”.

El precio de las localidades en el Teatro Renacimiento eran: “Palcos proscenios y Plateas $24.00…” hasta los cincuenta centavos en la “entrada general a galería”.

Queda determinar a cuál de los tres conciertos (27 de junio, 4 u 11 de julio) asistió don Porfirio Díaz, al término del cual el mandatario propondrá al músico que realice una gira de estudio y conciertos con estancias en Berlín, London, Bruxelles, Roma, Milán y Leipzig… lo cual, desafortunadamente para la posteridad de Ricardo Castro, su cercanía al nombre del octogenario General, minimizó su valía a juicio de los vencedores y herederos del movimiento armado iniciado en 1910.

Comentarios Cerrados

Los comentarios están cerrados. No podrás dejar un comentario en esta entrada.