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La UAM impulsa el desarrollo de vitroplantas

De acuerdo con Lilia Contreras Méndez, bióloga de la UAM-Iztapalapa, la producción de vitroplantas podría propiciar un cambio benéfico en cuanto al almacenamiento de material genético de diversos vegetales, que ayudarán a contrarrestar la extinción de cactáceas, así como en el tratamiento de la diabetes tipo II.

Contreras Méndez explicó que las vitroplantas son aquellas plantas o tejidos que se crean y crecen en tubos de vidrio, bajo condiciones asépticas y control atmosférico (luz, temperatura, humedad).

El hecho de que actualmente se trabaje en la creación de nuevas plantas in vitro es gracias al principio de titopotencialidad celular que cada planta conserva;  esto significa que las células vegetales contiene una copia íntegra del material genético de la planta a la que pertenecen, sin importar su posición o función en ella, y por lo tanto tiene la capacidad de regenerar un ejemplar nuevo e idéntico.

Debido a esta propiedad que caracteriza a los vegetales, Contreras Méndez comentó que, a diferencia de una planta común, la cultivada in vitro se produce y crece en menor tiempo, sin que pierda sus propiedades morfológicas ni de pigmentación,  tanto de sí misma como de sus frutos.

“Para crear una vitroplanta, primeramente se debe mezclar un gel de algas con un fragmento de tejido u órgano vegetal previamente descontaminado. Este cultivo se incuba bajo condiciones de luz, humedad y temperatura controladas que, junto con algunos nutrientes, inducen el desarrollo de un callo o un embrión que genera plantas completas uniformes y libres de bacterias, por medio de técnicas  como la organogénesis o embriogénesis”, explica Lilia Contreras.

Pasado un periodo de entre 8 meses a un año, durante el cual la vitroplanta ha sido preparada para un hábitat natural -asegurándose que ha conservado sus propiedades originales-, es trasplantada  a una maceta en la que permanece cierto tiempo para, finalmente, colocarla en suelo firme.

Este tipo de cultivo de plantas representa no sólo un avance para la producción en masa de vegetales, sino que facilita además el almacenamiento, por medio de refrigeración y criopreservación, de tejidos u órganos de plantas para posteriores cultivos, sin tener que esperar el ciclo de crecimiento natural de las mismas.

Con esto se busca que plantas de semillas muy rígidas como las cactáceas, que tardan alrededor de 20 años en madurar y que actualmente se encuentran en peligro de extinción, puedan crecer en sólo tres meses. De esta manera, con la consecuente proliferación de estas plantas, se verá beneficiada no sólo su especie, sino plantas similares que conservarán sus toxinas y propiedades medicinales, además del ganado que se alimenta de ellas, y el suelo que recibirá sus nutrientes.

Por otra parte, el cultivo in vitro del chilacayote o Cucubilia ficifolia, proyecto de investigación encabezado por Lilia Contreras Méndez, permitirá que su compuesto D-Quiro-Inositol, utilizado para nivelar los efectos de la insulina en el ser humano, esté disponible en cualquier época del año para el tratamiento de la diabetes tipo II. De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, este padecimiento ocupa el segundo lugar como causa de muerte entre los mexicanos y ha presentado un aumento del 30% en personas cada vez más jóvenes.

La creación de vitroplantas fortalecerá la preservación del germoplasma para mantener la diversidad de la especie y auxiliará en el mejoramiento e intercambio de material genético entre plantas sexualmente incompatibles, lo que tendrá como consecuencia el brote de plantas transgénicas. No hay que dejar de mencionar que este tipo de trabajos multidsciplinarios beneficia a la investigación básica en áreas como la genética, la bioquímica y la fisiología.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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