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Desde el principio (antes de ser)

Balbuceos Acrílica sobre cartón 25.5 x 24.8 centímetros.

Balbuceos
Acrílica sobre cartón
25.5 x 24.8 centímetros.

Aún es inevitable un esfuerzo enorme para que el nosotros -yo alcance la cúspide del entendimiento humano, cuando no haya ventajas personales ni peculio disparejo; para entender con mente plural la falsía del juicio individual y la estrechez de la vitalidad unida a las debilidades del prójimo y del distante.

Falta mucha labor para comprender lo vacuo, la afrenta por una vida arrebatada en beneficio de otras vidas, para vislumbrar que la preponderancia de uno pospone la alegría de todos.

Surgió la Gran Idea y con nosotros-yo brotó el movimiento.

El algún momento —antes del tiempo— codicié el origen de la Idea y apenas entrevista quedé cegado, derribado por una visión apenas vislumbrada de aquel destello inconmensurable.

Nosotros-yo —las estrellas primigenias— quedamos asociados al brío, a la Gran Idea generadora de la chispa multiplicante con todas las potencias y en nosotros-yo, lentamente, surgió la unión de los vocablos para establecer la interrogante primordial y necesaria a toda afirmación. Cuando a partir del primer estallido en el espacio hubo volumen y color, cuando sobrevino el primer movimiento mensurable y la gama de sonidos pautados con silencios para articular la materia hecha carne: nosotros-yo ¡por fin!

—oo—

Es más fácil atenazarle el poderío a las alas
a dejarlas —vibrantes— en el nido y en la rama.
Hay una gran llave oculta en la gaveta
y una cadena de razones marchitas;
un gran mazo de ideas fijas y ni una sola interrogante.
Adquirimos todas las proclamas —cada una a la medida—,
una que a los ojos vista con sonrisa conveniente
y un rastro de baba en el librote.

Es más fácil aplanar y encementar —sobre un verdor deslucido—
el rostro lodoso de la tierra (y a las piedras);
siempre será más fácil entregar un ramo a dedicarte
las flores y los perfumes en los prados.

Cimbreante mirada sobre los fuegos altos
(azules, amarillos, rojos, blancos),
una traza —sosias del trueno— hiende la tierra,
parpadea la farola afrancesada
y extendida sobre el tema pastoral
la sombra de una flor amarilla abandonada por tu mano.

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