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Con el Fogón a Punto

HASTA PRONTO MERCADO HIDALGO. SALUDOS: LA MERCED

Cuando veas las barbas de tu vecino cortar…

Hasta pronto decimos al mercado Corona que para estos momentos ha iniciado las labores de demolición, después del incendio que arraso con su estructura el pasado 4 de mayo. De igual forma le decimos hasta pronto a la calamidad y la tragedia.

Los mercados son parte de la esencia del mexicano; están plasmados desde los orígenes de la cultura azteca con los enormes mercados ubicados en México Tenochtitlán y Tlatelolco, que posteriormente dieron paso a los mercados de indias y ultramarinos en la época virreinal y han ido evolucionando hasta nuestros tiempos.

La formalidad de los mercados se da en época porfiriana como es el caso del citado mercado tapatío que lleva como nombre el apellido del ilustre militar y político Ramón Corona y el primer visionario para su construcción.

Nacido de las llamas, el mercado Corona es completamente un ave fénix que volverá a resurgir de sus propias cenizas, pero deja al descubierto la inminente necesidad de hacer un llamado de alerta a las autoridades y los organismos que regulan los mercados como plazas públicas y a protección civil de cada entidad para que supervise y monitoree los centros de consumo alimenticio y las condiciones en las que se encuentran cada uno de los mercados de México.

¿Porqué ese llamado urgente?

Los mercados son el corazón de cada entidad, ellos reflejan la cultura e idiosincrasia de nuestra identidad. Empezando por la venta de artesanías, la jarcería que vende piezas tan únicas y mexicanas, las frutas y hortalizas, las carnes y pescados de cada región que se ven aumentando y enriquecidos en un crisol de aromas y colores cuando junto a los mercados se monta el día de plaza y podemos encontrar desde frutas y verduras recolectadas a mano, tlachiqueros vendiendo pulque, hermanas indígenas ofreciéndonos tortillas palmadas a mano y cocidas a comal de barro por docena, quesos frescos de canasto y ranchero, cecina y chorizos recién elaborados, y una enorme cantidad de productos que faltarían hojas para terminarlas de enlistar.

Y lo que simplemente hace que volvamos una y otra vez a estos mercados, sea en México, Oaxaca, Querétaro, Jalisco o Veracruz, es su gastronomía y es algo que ningún centro de autoservicio podrá arrebatar de la esencia del mexicano.

Exquisito es, por ejemplo, el tasajo recién asado en el marcado del centro de Oaxaca, no contemplando ni la precariedad higiénica o de seguridad. O unas deliciosas enchiladas queretanas en el Mercado de la Cruz, pero no volteando al techo para omitir la carencia de equipos de extracción, campanas, ni sistemas de recolección de grasas que aunado a los sistemas desgastados de electricidad son la chispa y combustible de muchas de estas, nuestras historias de tragedia griega.

Sin embargo algunos años demorara el icónico Mercado de la Merced en reponerse y otros más para volver al esplendor del Mercado Corona, pero, ¿tardará la misma cantidad de años para que las autoridades tomen medidas de prevención de accidentes en otras plazas públicas?

O sin desearlo, pero no dejando de pensarlo, será necesario que suceda una catástrofe que involucre vidas humanas para que las autoridades volteen a prestar atención a los mercados públicos.

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