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Chocarrero

A qué el doctorcito.

Cínico, del latín cynicus y éste del griego Kúwv kyon (propiamente perruno).

Dice el Diccionario de la Real Academia Española (vigésima segunda edición) primera acepción: Adj. Que muestra cinismo (II Desvergüenza)…, 2ª. Adj. Impúdico, procaz. 3ª. Adj. Se dice de cierta escuela que nació de la división de los discípulos de Sócrates y de la cual fue fundador Antístenes, y lo perteneciente o relativo a esta escuela. 5º. Adj. En desuso, desaseado.

A esta expresión del pensamiento fundada en Grecia durante la segunda mitad del siglo IV a. C., se le da el nombre de cínica por su frugal forma de vivir y es considerada una rama menor de la socrática. Los cínicos consideraban que el hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz.

Tensiones. Acrílica sobre corrugado 10.0 x 17.8 centímetros.

La moral cínica influyó determinantemente en el estoicismo, con la diferencia de que a los males sociales los cínicos los enfrentaban con una actitud crítica y los estoicos con la indiferencia.

El fundador de esta escuela ?Antístenes—enseñaba en un gimnasio llamado cinosarges (perro blanco o veloz) de donde toman o se les adjudica el nombre, aunque el término no sería propiamente el de “escuela” porque no estaba en el pensamiento de los cínicos el contar con dicho establecimiento, dado que repudiaban las ciencias, las normas y las convenciones.

Los cínicos carecen de bienes para no sentir apego a ellos y son ajenos a los placeres para no esclavizarse a ellos; no creen en la bondad humana, ni en la sinceridad en las motivaciones y acciones humanas. Un cínico, al final, es un autárquico y su identificación con un perro —independientemente a la referencia de lugar— deviene de la desfachatez y sencillez de la vida canina.

Entiéndase que por evolución en la práctica humana que el cínico basa la finalidad de su crítica en la búsqueda del beneficio social mediante la invectiva sobre el estado de las cosas y sus ejecutores y no es su ánimo el deseo de ser jocoso, ni divertir a los espíritus superficiales.

Decía Horacio: “Ridendo, dicere verum, quis vetat? (Al reír dice verdades ¿quién se lo impide?) Y en la historia humana quedan cínicos de renombre: Antístenes, Crates de Tebas, Diógenes de Sinope, Metrocles e Hiparquia, Diógenes Laercio, Menedemo, Menipo, Onesícrito de Astypalea… los considerados cínicos modernos —algunos un tanto forzado el ánimo—: Geoffrey Chaucer, Françoise Rabelais, William Shakespeare, Jonathan Swift, Françoise-Marie Arouet Voltaire, Oscar Wilde, Mark Twain (Samuel Langhorne Clemens), Dorothy Parker; “El sabio de Baltimore” Henry Louis Menken… , por estas tierras, qué le parece si incluimos a Joaquín Fernández de Lizardi, a José Rubén Romero —por no dejar—, y un largo etcétera, en el cual, doctorcito, no está usted, porque en realidad, su cinismo es sólo chacota, a lo más gracejadas ingeniosas transmitidas para un público que se refocila en la tontería. ¿Irónico? tampoco, para ello le falta hallar la condición humana.

Pero no importa doctorcito, ante sus radioescuchas usted goza de un “bien ganado” prestigio de cínico, aunque para otros, con el humor amargo del bilioso, sólo nos remita a bocanadas de estulticia dizque erudita y regocijante.

Acerca de Víctor Manuel López Wario

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