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Requiere México el legislar la investigación de células troncales

En México, la legislación para utilizar células troncales de origen embrionario es dispersa e insuficiente. Además, distintos sectores y grupos sociales impiden trabajos científicos con estos elementos, advirtió Ingrid Brena Sesma, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La investigadora detalló que la regulación en el ámbito debe sustentarse en un trabajo legislativo democrático y laico que respete la libertad de investigación y establezca las condiciones adecuadas para realizarla. “Sólo puede ejercerse en un Estado que no admite imposiciones ni trabas religiosas”, y añadió que los reglamentos, leyes y códigos existentes se refieren a la utilización de células troncales en terapias, pero no al uso con fines de investigación.

La también coordinadora del Núcleo de Estudios en Salud y Derecho de la UNAM, estableció que la legislación de las tareas con células troncales embrionarias debe estar apuntalada en información científica que permita el desarrollo de los trabajos en beneficio de la sociedad.

En comunicado de prensa la UNAM informó que frente a vacíos legales que generan incertidumbre se requiere establecer una regulación específica, sin que tal acción frene los avances científicos. Por ello, es necesario legislar con sensibilidad para no coartar la libertad de investigación dirigida a reducir el dolor, curar enfermedades o asegurar mejores condiciones de vida para el humano y salvaguardar valores dignos de protección.

Por su parte, María de Jesús Medina Arellano, de la Universidad Autónoma de Nayarit, aludió a la pertinencia de adoptar una regulación basada en principios, indispensable para solucionar la falta de actualización de las normas existentes a la velocidad de los avances y que facilita el mejoramiento de los centros de estudio.

Sostuvo que la adopción de principios mínimos para una evaluación ética y efectiva, con mecanismos de seguimiento e intercambio de información, garantizaría el respeto a los pacientes e impulsaría la investigación con células troncales en México.

En su oportunidad, Rubén Lisker, emérito de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, mencionó que distintos sectores de la sociedad mexicana esgrimen argumentos éticos contra el uso de estas células troncales con fines de investigación. Es más falto de ética no utilizarlas con estos propósitos que evitar la posibilidad de curar padecimientos para los que actualmente no hay tratamientos, consideró.

Los avances en este ámbito se detienen al considerar al cigoto como un humano que debe protegerse. Un blastocisto no es persona porque las conexiones entre la médula espinal con la corteza cerebral se establecen entre las semanas 25 y 29 de la gestación; sin éstas no se siente ni piensa, características distintivas de nuestra especie, explicó.

El también director de Investigación del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, subrayó que el cigoto es, en potencia, un individuo y el respeto que merece es proporcional a su grado de desarrollo.

Para hablar de existencia humana se requiere que el feto tenga actividad cerebral, lo que descarta argumentos como que la vida inicia a partir de la concepción. Esta idea se complementa con el criterio de muerte cerebral, utilizado para donar órganos vitales, afirmó.

“¿Qué es más reprobable y falto de ética, impedir investigación con posibilidad de curar o mejorar a millones de personas con padecimientos devastadores o evitar el uso de embriones sobrantes de procesos de fertilización asistida por su potencialidad de convertirse en humanos, cuando en realidad están programados para desecharse?”, cuestionó.

Acerca de Juan Carlos Machorro

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