Sustentabilidad

Bosques y sector rural esencial para combatir el Cambio Climático

Para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y lograr las metas a las cuales se comprometió México para hacer frente al cambio climático, es fundamental detener la deforestación e impulsar la gestión sostenible de los bosques y selvas, subrayó el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS).

En el marco del Día Mundial por la Reducción de las emisiones de CO2 y en un contexto global de urgencia por enfrentar el cambio climático, el CCMSS remarcó que es necesario garantizar los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales, ya que, en México, como en gran parte del mundo, los bosques y selvas están habitados por esos pueblos y comunidades, quienes a lo largo de siglos han conservado estos ecosistemas con sus labores de manejo y aprovechamiento sostenible. Gracias a este trabajo los bosques absorben buena parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del país.

“Para avanzar en el cumplimiento de estos compromisos internacionales, al tiempo que se asegura la conservación activa de los bosques y la generación de ingresos y empleos para las comunidades rurales, es fundamental que la nueva administración invierta en el desarrollo de capacidades productivas y en la generación de mercados locales que reconozcan el valor del trabajo de conservación de los ecosistemas y de los servicios ambientales que se generan con dichas actividades de manejo sostenible de los recursos”, afirmó Sergio Madrid, director del CCMSS.

En bosques jóvenes, como los que se aprovechan y regeneran, el carbono es retenido o capturado más rápidamente mediante el proceso de fotosíntesis. Mientras tanto, en bosques maduros, donde el crecimiento es lento, el carbono ya no se captura tan rápido, aunque es incorporado al suelo a través de la materia orgánica muerta y descompuesta, convirtiéndose estos bosques en depósitos de carbono.

De acuerdo con la Sexta Comunicación de México ante la Convención Marco de naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC), actualmente los ecosistemas forestales absorben aproximadamente el 26% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) de todos los sectores del país. Por su parte, el sector Uso de Suelo, Cambio de Uso de Suelo y Silvicultura (USCUSS) emite apenas el 4.9% de esas emisiones. Es decir, estos ecosistemas absorben mucho más carbono que el que generan. Este potencial de absorción se puede incrementar si se fortalecen las labores de manejo forestal y se logra detener la deforestación.

La Estrategia Nacional de Reducción de Emisiones por Degradación y Deforestación (ENAREDD+) estima que “los bosques y las selvas de México se encuentran entre los primeros 24 del mundo con mayor volumen de carbono almacenado en la biomasa forestal. En 2010 se calcularon 2,043 millones de toneladas CO2 capturadas, con un promedio de 32 toneladas por hectárea”.

En 2013, en el marco de la implementación de la Iniciativa REDD+, la Conafor indicó que México tenía un potencial de absorción en el sector forestal “de 58 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (tCO2e) para el 2020 y de 96 millones de tCO2e para el 2030, con lo cual se estimaba que para el año 2022 los sumideros de carbono en la superficie forestal serían suficientes para neutralizar las emisiones de los demás sectores en el país”. Sin embargo, la deforestación no se ha reducido. El sector forestal está estancado y los monocultivos ganan cada vez más terreno. Esto ha impedido el crecimiento en las capacidades de absorción de carbono de los bosques.

La importancia de los bosques para reducir las emisiones de GEI también está reconocida en el Inventario nacional de emisiones de gases de efecto invernadero de México, elaborado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC): solo en el año 2015 el país generó 683 millones de toneladas de carbono equivalente, en tanto que los bosques y suelos absorbieron 148 millones de toneladas de CO2; es decir, el 20% de nuestras emisiones.

Dadas estas cifras, es importante considerar que en México el 80% de los bosques y selvas del país son propiedad de ejidos y comunidades, mayoritariamente indígenas. Estos territorios constantemente afrontan amenazas de despojo y violación de los derechos de las comunidades por la instalación de megaproyectos que degradan los ecosistemas y generan gran cantidad de emisiones contaminantes. Entre estos proyectos destacan la agroindustria, la minería, el turismo, la extracción de hidrocarburos y los proyectos de generación eléctrica (hidroeléctrica, solar, eólica o térmica). Es necesario detener estas amenazas y aplicar políticas públicas que aseguren que las comunidades puedan continuar manejando sus territorios de manera sostenible.

México se comprometió a reducir sus emisiones de GEI en alrededor de 210 megatoneladas de dióxido de carbono equivalente al 2030. El INECC ha estimado que el sector USCUSS, por sí solo, puede reducir 46 millones de toneladas, es decir, más de la quinta parte de dicha meta.

El país ha asumido compromisos importantes en materia de combate al cambio climático, pero está lejos de cumplirlos. Por ejemplo, entre sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, en inglés) destaca el objetivo que plantea lograr una tasa de cero deforestación para el año 2030, compromiso que, con las acciones emprendidas en la pasada administración, se encuentra lejos de ser cumplido.

La Sexta Comunicación de México ante la CMNUCC, publicada a finales de 2018, destaca que la agricultura, la ganadería y el cambio de uso de suelo, son sectores “con importantes emisiones debidas al cambio de uso del suelo, en particular, los cambios a tierras de cultivos y praderas. México cuenta con un marco legal, normativo, con instrumentos y sistemas que apoyan el desarrollo de la política pública sobre bosques, pero es necesario el fortalecimiento de los mismos. En particular, se deben fortalecer aquellos rubros relacionados con la verificación y monitoreo en el largo plazo para asegurar el cumplimiento de las acciones que se realizan en materia ambiental. Esto representa un gran reto debido a los recortes presupuestales que se tienen en este sector del país”.

“Mientras México siga impulsado el modelo de producción agropecuaria que emplea semillas modificadas, grandes cantidades de fertilizantes químicos y pesticidas tóxicos, en detrimento de la producción agroecológica, serán infructuosos los esfuerzos por mitigar las emisiones de gases contaminantes”, agregó Madrid.

Este modelo, además, ha propiciado un sinnúmero de violaciones a los derechos de comunidades locales y pueblos indígenas. Ejemplo de lo anterior es la deforestación para la instauración de gigantescas plantaciones de soya transgénica y palma africana en Campeche y Chiapas o de aguacate en Michoacán, entre muchos otros casos.

En la transición política que vive México es indispensable que en la construcción del Plan Nacional de Desarrollo para los próximos seis años tengan un papel destacado las políticas públicas encaminadas a crear capacidades para fortalecer la gestión sostenible de los bosques. Es necesario que se erija al manejo forestal comunitario como eje de la política ambiental. De hecho, la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable mandata a la Comisión Nacional Forestal a operar un programa específico de fomento del manejo forestal comunitario.

La política forestal impulsada por los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto demostró con creces que invertir en programas de reforestación y conservación pasiva de los bosques y las selvas no sirve para revertir la deforestación, mejorar la calidad de vida de los habitantes y dueños de los bosques o combatir el cambio climático.

Apostar por el desarrollo basado en el respeto de los derechos de los pueblos y comunidades es apostar por la conservación y el combate al cambio climático.

La captura de carbono a través de la gestión sostenible y la conservación de los bosques tiene un enorme potencial de mitigación que permitiría ganar tiempo para permitir el desarrollo de otros sectores generadores de emisiones hacia la adopción de tecnologías más limpias.

El más reciente informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, Global Warming of 1.5°, subraya que para detener la deforestación y contribuir a la captura de carbono es indispensable generar el desarrollo de cadenas de valor y mercados de sistemas de producción agroforestales, planeación y gestión adaptativa; así como proteger los derechos y propiciar la participación activa de las mujeres en las actividades y toma de decisiones. Igual de importante es el fortalecimiento de los derechos comunitarios sobre la tierra y los bosques.

El centro de investigación de temas forestales Wood Hole Research Center señala que los bosques ya eliminan alrededor de un 30% de las emisiones de dióxido de carbono de la atmósfera producidas por los seres humanos, y que si se hacen esfuerzos para maximizar su papel como sumideros de carbono pueden eliminar mucho más. Esos esfuerzos incluyen mejorar las prácticas agrícolas, transitar hacia esquemas de producción agroecológica, detener la deforestación y restaurar 500 millones de hectáreas degradadas, lo que nos permitiría ganar entre 10 y 15 años para lograr la descarbonización sin incrementar la temperatura del planeta en 1.5° centígrados.

Wood Hole Research Center subraya el rol de las comunidades indígenas que habitan en ecosistemas forestales: protegen 125 mil millones de toneladas de carbono, que son más de la mitad del carbono almacenado en los bosques tropicales del mundo. Esto representa más de 10 veces las emisiones de carbono anuales de los seres humanos. Asimismo, las labores de conservación de los pueblos indígenas en los bosques tropicales devuelven 13,000 km3 de agua cada año a la atmósfera, es decir, 20% del total mundial de la tierra.

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