Opinión

Vaquero y charrito monta perros

J. R. Ewing, un ranchero, vaquero, petrolero y malo, malísimo de Texas, dejó decenas de hígados inflamados con la “perradas” que hacia a amigos, enemigos, familiares y cuadernos de doble raya. La serie Dallas, en la época de los ochenta, fue obligada referencia de la televisión y apenas, hace unos cuantos meses, se revivió, incluso ya con los hijos y nietos de los protagonistas iniciales. Bueno, pues J. R. Ewing, cuyo nombre verdadero fue el de Larry Hagman, se fue al cielo de lo petroleros, no sé si de Tampico o de Houston, pero se adelantó para seguir haciendo, a sus anchas, maldades de malos, malos.

Vestía, siempre, botas vaqueras, texana, blazer, subía una de las cejas y “tómala” soltaba el veneno. Las “xaladas” que hacía, de verdad que se disfrutaban, vaya pues, eran muy finas, dolían, pero se aguantaban.

Como decía mi Chiva, “no mijo, ser malo no es fácil”, bueno pues este J.R. lo hacía sencillo. No había necesidad de decirle a su cuñada que “era una lavadora de dos patas”, para que la dama en cuestión se pusiera como fiera, “n´ombre” le ponía unos cuatros como si se tratara de mismísimo Moreira jugándole al productor cuarta región con todo y cámara oculta.

Le sembraba, como elemento de la corporación del inminente Secretario de Seguridad Pública y productor de la serie “Tres Marías”, Genaro García “Moon”, cosas que la inculpaban más certeramente que a la francesa Florence o a La Barbie, de verdad que era malo y gandalla, García “Moon”, ¡claro!.

Tampoco, palabra que  no, imagino a J.R. evadiendo el tema petrolero en una conferencia de prensa, menos soltando un “¿y yo por qué?”, por eso, creo, el Dios del petróleo decidió llevárselo antes de que dejara de montar caballos pura sangre y soltara un “como ya me voy, puedo decir lo que quiera” en algún rancho de Guanajuato.  Ni modo se nos fue un “gentleman” vaquero, y nos dejó, muy cerquita a un charrito monta perros con botas de charol. Cierro pico.

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