Opinión

Urbe 2013

CAMPO Y DESARROLLO

La FAO decretó este año como el Internacional de la Quinua, un producto agrícola propio de Sudamérica que se presenta como una de las soluciones al problema del hambre que aqueja a la Humanidad. La quinua puede desempeñar un papel importante en la erradicación del hambre, desnutrición y pobreza, aseguró el director general del organismo internacional citado, José Graziano da Silva, en el lanzamiento oficial del Año Internacional de la Quinua en la sede de las Naciones Unidas. La riqueza de esta semilla no reside sólo en los granos de sus coloridas panojas, sino también en el conocimiento acumulado por los pueblos andinos que ha permitido preservar sus diversas variedades, mejorar su rendimiento y desarrollar una gastronomía en torno a este grano. El grano fue cuidadosamente resguardado por esos pueblos y hoy es un legado inestimable para la Humanidad debido a sus características únicas. Es el único alimento vegetal que posee todos los aminoácidos esenciales, oligoelementos y vitaminas para la vida, además, no contener gluten. Es capaz de crecer en las más duras condiciones, soportando temperaturas desde los -8°C hasta los 38°C, se puede sembrar desde el nivel del mar hasta los 4 mil metros de altura y es resistente a sequía y suelos pobres. Al igual que la papa, la quinua fue uno de los principales alimentos de los pueblos andinos preincaicos. Tradicionalmente sus granos se tuestan y se hace harina, con la cual se fabrican distintos tipos de panes o se cuecen y se añaden a sopas, usados como cereales, pastas e incluso se fermenta para obtener cerveza o chicha, bebida tradicional de los Andes. Cuando se cuece, toma un sabor similar a la nuez. Hoy la quinua también tiene un papel destacado en la cocina gourmet, pero sus usos se han extendido al área farmacéutica e industrial. Ante el desafío de elevar la producción de alimentos de calidad para alimentar a la población del Planeta en un contexto de Cambio Climático, la quinua aparece como una alternativa para aquellos países que sufren inseguridad alimentaria.

IMPERECISIONES ECOLÓGICAS

Durante la firma del ProAire Salamanca-Irapuato-Celaya, un sabio medioambiental, muy influyente en el gobierno federal habló fuerte y claro: “México emite 71 millones de toneladas de contaminantes atmosféricos por año”. La verdad es que el funcionario estuvo a punto de atinarle a la cifra oficialmente –en serio, estuvo muy cerca, bueno a un pelito de rana calva– que maneja el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, que establece que México emite 786 millones toneladas de dióxido de carbono equivalente. Total que no fijándose, entre una y la otra cifra, no hay gran diferencia. Claro, solamente Pemex emite más y CFE, mucho más, pero bueno. Allá por 2004, Alberto Cárdenas Jiménez, otro sabio ecológico, se echó una jalada como la de la emisión de 71 millones de toneladas de contaminantes atmosféricos al decir que en México solamente se deforestaban 150,000 hectáreas de bosques al año, cuando la mismas Semarnat y la UNAM manejaban 1.2 millones de hectáreas. Lo malo de esto es que los datos falsos son enviados a los organismos internacionales que luego los publican como propios y supuestamente certeros. Pero aún hay algo peor, esos datos publicados por esos organismos internacionales llegan a México y son promocionados como verdaderos porque los emite un ente multilateral. Así que si de aquí en adelante, la ONU y sus agencias medioambientales manejan que en México solamente se emiten 71 millones de toneladas de contaminantes atmosféricos al año, no lo crea, es una vacilada. En la misma reunión, se dio cátedra histórica medioambiental, se dijo que el primer ProAire del País funcionó en el Valle de México. Siiiiiiiií, le atinaron. Pero, ooooooohhhhhhhh, le fallaron un poquito en la fecha. Se dijo que fue allá por 1996 y definitivamente no fue así, sino en 1995. Aunque en realidad, el primero se llamó Programa para el Control de la Contaminación Atmosférica (PICCA) 1990-1994. Para 1995, el nombre pasó a ser Programa para Mejorar la Calidad del Aire en el Valle de México (ProAire) 1995-2000. Así fue, se acabó ese programa cuando los panuchos llegan a gobernar. Se revive ProAire 2002-2010 y se anuncia como el primero. Si mal no recuerdo, fue por septiembre de 2002 y se lo digo al sabio ecológico porque yo estuve cuando se dio conocer, y desde luego, me tocó hacer la nota. Entonces, los gobiernos federal, capitalino y mexiquense reconocieron que en el Valle de México se morían al menos, 4,000 individuos por la permanente y excesiva contaminación atmosférica a que se encuentra expuesta la población, pero que el potencial de defunciones podría alcanzar a otros 35,000.

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